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Mientras Alianza PAIS aún elabora con minuciosidad su reglamento interno para designar candidatos que serían anunciados el próximo 1 de octubre en una gran convención nacional en Quito y prosigue con la organización popular y el adoctrinamiento de jóvenes incorporados al proceso de cambio; los sectores políticos de oposición, incluidos los rabiosos articulistas de los medios privados, lloriqueando, públicamente, y al no lograr la unidad, dejan entrever otra victoria electoral del gobierno del Buen Vivir en el lance cívico de 2017 y, con ello, sienten alejarse el retorno al sistema neoliberal, garante de su hegemonía, privilegios, abusos, poder y enriquecimiento fácil e ilegal.
Los dispersos contrarios reconocen que la proliferación de candidatos de su línea carecen de solvencia, de eficiente trayectoria en la actividad partidista, de dotes de liderazgo y solo terciarán simbolizando a sus agrupaciones políticas y como linterna-guía, por alcanzar algún espacio en la Asamblea Nacional. La realidad es que la partidocracia se resiste a dejar, definitivamente, el escenario político. Allí lucen los mismos rostros de siempre promoviendo ridículas ofertas de campaña: eliminar la Ley de Comunicación y de Educación Superior y asumir el control por la transparencia del proceso electoral; se agregan otros sobrevivientes y herederos del socialcristianismo o Madera de Guerrero, compartiendo esfuerzo y coraje por impedir que se termine de construir el nuevo país, de justicia social y equidad.
Aun con el pretexto de defender una misma causa, no funcionan las torpes alianzas de los grupos de la oposición, enredados entre enemigos, sin considerar ideologías y programas de gobierno, pero eso sí, prevaleciendo el interés de sus astutos dirigentes, alentados por la ambición y sus anticipados cálculos electorales.
Hasta aquí, a no ser por la intromisión y mandato del imperio del norte, la fracturada oposición es posible que se cure, pero mientras no ocurra ese milagro, cada uno de sus ambiciosos integrantes, marcharán aislados, solo con la mira en la Asamblea, de acuerdo con la teoría del astuto burgomaestre. La prensa ‘independiente’ y sus candidatos observan asustados el panorama que se avizora límpido para el presidenciable de Alianza PAIS, que sin contratiempo llegará a la coronación en 2017.
Y desde ya el poder mediático armó su artillería pesada contra el régimen de la Revolución Ciudadana y su conductor Rafael Correa Delgado, y sin dar tregua empezó los iniciales disparos y se mantendrán durante toda la campaña, incitando a las protestas callejeras por insignificantes causales, distorsionando o exagerando hechos, en su intento desestabilizador del régimen socialista siglo XXI. Ya estamos en la guerra partidista por llegar primero en el lance electoral próximo. Unos cuantos articulistas comprometidos con la derecha oligárquica intensifican con furia despiadada su agresión al gran líder e intenta crear una corriente adversa al proceso de cambio.
Alianza PAIS, con su candidato presidencial por seleccionarse, sin campaña, exhibirá como garantía la gran obra del régimen del Buen Vivir: carreteras, hospitales, escuelas del milenio, centrales hidroeléctricas, proyectos multipropósito, promulgación de leyes de Comunicación y Educación Superior, lucha por la soberanía y derechos humanos, avance en la formación política de las nuevas generaciones y el fortalecimiento del Frente Unidos, para terminar la obra socialista siglo XXI, combatir la pobreza y el desempleo y afianzar la auténtica democracia. (O)