Bueno, no tengo la respuesta, pero si una posible opción.
Queridas autoridades, estoy con ustedes, pero no se confundan, es que no me queda otra, porque a pesar de diferir en sus ideologías, técnicas y objetivos, si no les tengo una mínima fe, entonces mejor nos juntamos en oración a la espera del meteorito prometido y la extinción de la humanidad. Así que no lo arruinen más, por fa.
Sé que lo que les pediré no es fácil, requiere de mucha valentía, voluntad y coraje, de renunciar a su ego y a las presiones de sus colegas y adversarios, de apagar las encuestas un momento y de despedirse de la idea de ser recordados por sus vistosas, ostentosas y gigantescas obras, que a pesar de que no hagan nada más, eso palpable grita su nombre y apellido y tal vez haga que duerman en paz un par de días.
Mi propuesta va más por lo silencioso, es acudir al fondo del problema, tal vez no se pueda tocar con las manos, pero sería un inicio, porque justamente es empezar por el principio, la base, subsanar los problemas básicos que han afectado, afectan y si no se mueven, afectarán a los ecuatorianos por los siglos de los siglos, amén. Un guiño para ustedes que les gusta mencionar su religión de vez en cuando.
Entonces de que se trata, principalmente aceptar el país que buscaron liderar, sin idealizarlo ni imaginarlo como Suiza, donde harían unos pequeños ajustes, inaugurarían un par de edificios y ya estaría. Ver a ese país, que aunque cueste decir, como es, con altos índices de pobreza y violencia, con comunidades segregadas a lo largo de los años, con espacios sin derechos básicos como agua potable o alcantarillado, con zonas periféricas donde la luz llega gracias a la generosidad del sol y donde todo eso sigue alimentando el círculo de la falta de oportunidades para los mismos de siempre, porque no puede ser que cada cierto tiempo se levanten para pedirles un mínimo de dignidad y vuelvan creyéndoles cada vez menos, pero con la única opción de que a pesar de que saben que les mienten en la cara, deben seguir sobreviviendo.
Así que empiecen el proyecto para brindar dignidad, para generar una mínima oportunidad que haga replantearse a una vida en construcción, la idea de que por lo menos puede escoger entre otra opción que el narcotráfico, las pandillas o la violencia. Atiendan y enfoquen su periodo aquí, en acciones que poco se pueden ver, pero que se sienten y generan el impacto que merece y necesita este país.
Empiecen por las bases de una buena vez y eso, aunque sepa a poco ambicioso en este mundo capitalista, son los valores, la educación y el respeto en las generaciones más jóvenes en las zonas más olvidadas. Vamos, reúnan al equipo, pónganse las botas de caucho, protector solar y ármense de mucha empatía y compasión, salgan a territorio y quédense ahí hasta que vuelvan con una solución mayor a 15 centavos menos en el precio del combustible y sea, mínimamente, agua limpia en la zona, herramientas para que no falte un pan en esas mesas, atención y prevención sobre violencia.
Salgan y asimilen dónde estamos parados hoy, véanlo con sus propios ojos y no a través de los números de sus reportes, lleven sus discursos de “Ecuador merece paz” a los lugares donde la guerra se siente mejor que el hambre. Tal vez así puedan cambiar su percepción de los hechos, tal vez así el paro cese por más de una temporada y tal vez así entremos a ese verdadero Ecuador del encuentro.
