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No ha habido una reorientación significativa del gasto público para la agricultura familiar campesina e indígena, que ha estado en la marginación; en cambio, es notable en la mediana y gran producción agrícola, que sirven a la agroindustria nacional e internacional, según el Manifiesto (IAEN 2016)).
De ahí que haya propuesto, al comenzar el año, que este tipo de agricultura familiar merece ser tema prioritario en 2018, asumido tanto por el Gobierno como por productores y consumidores, como componente de soberanía alimentaria y fuente de empleo digno, y he venido divulgando los 7 temas clave que propone el Manifiesto, para el fomento específico de esta agricultura, entre los que se enumera el rol del Estado.
Esperamos que la Gran Minga Agropecuaria de la actual política agraria reoriente prioritariamente el gasto público a corto y largo plazo a la agricultura familiar campesina e indígena y haga unas cuantas reformas necesarias.
Son múltiples las propuestas para aumentar la dimensión participativa de la acción pública, sobre todo, apertura hacia la participación ciudadana y de los movimientos sociales campesinos; reforzar los movimientos sociales campesinos e indígenas y mejorar el funcionamiento de la acción pública.
François Houtart, hasta su muerte, estuvo organizando durante varios años interesantes seminarios sobre la agricultura familiar campesina e indígena en el IAEN; allí se recogieron propuestas de gran interés de los participantes, que fueron acogidas y publicadas. Abundan excelentes propuestas, que merecen tenerse en cuenta.
Michell Lafore, por ejemplo, en el capítulo IV del Manifiesto, presenta veintisiete propuestas a corto plazo.
La Gran Minga Nacional Agropecuaria busca definir políticas a largo plazo para potencializar el sector agropecuario en general.
Desearíamos que la agricultura familiar campesina e indígena tenga la atención prioritaria para que salga de su marginalidad. (O)