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El Telégrafo
Ilitch Verduga Vélez

Retratos de ecuatorianos

11 de abril de 2014

José Ingenieros fue reiterativo en su pensamiento de la existencia de una raza cósmica latinoamericana, que alumbró a un ser planetario, imbuido de un alma humana, capaz de escudriñar los latidos y pulsaciones de los tiempos en la búsqueda de su identidad y personalidad

El Ecuador, desde su génesis republicana, buscó -a veces infructuosamente- su ubicación consistente de nación, aunque con motivación y curiosidad más bien  metafísica, sus científicos sociales y creadores de arte y de cultura indagaron sobre la faz de la patria y la representaron y la cantaron en sus dolores y esperanzas, y con apasionada fe por un porvenir, distinto del  que dejaron como legado los encomenderos coloniales, continúan con la demanda histórica de sustantividad propia.

Recorriendo esa misma senda ha llegado a mis manos una obra sustancial: Ecuatorianos retratos, con los créditos fundamentales de la Presidencia de la República, los ministerios Coordinadores de Desarrollo Social y de Inclusión Económica y Social, de la Universidad de Cuenca y la Senescyt. La estética de la imagen tiene una oportunidad fundamental en este volumen para encarnar los semblantes de nuestras gentes, en las diferentes regiones ecuatorianas, y lo logra, sin que el color  moderador del delineamiento existencial de la fotografía le quite belleza y significado. La impresión primaria que produce el libro, después de una atenta observación de sus contenidos, corresponde a la latitud entrañable de un mundo cercano y lejano a la vez, a nuestra memoria y que reproduce a personas de todos los pueblos: indígenas, negros, montubios y blancos mestizos.

Y luego, después de la minuciosidad del razonamiento lógico, aparecen las escenas de aquellas dimensiones geográficas y humanas, siempre gloriosas y bellas de un territorio bendito, reflejadas en la inocencia de niños, en la ternura de mujeres y en la reciedumbre masculina. Sin fantasías fantasmales se retrata la realidad de nuestra población en toda su conmovedora sencillez.

La publicación, prologada en forma justa y emocionante por el  presidente Rafael Correa, los ilustrados textos de Doris Soliz Carrión y Pedro Cantero y la armoniosa composición de sus láminas, es antológica. Y es que la creatividad la recorre por los cuatro costados y sustenta la evidencia de una evolución silenciosa y profunda donde decenas de fotógrafos populares, plasmaron trabajos e ilusiones y establecieron el contexto histórico de la familia ecuatoriana desde nacimientos a incorporeidad. Estamos ciertos de que el proceso se inició con la selección de las instantáneas, pero fue capaz de solventar la expresión del interior de las fotos y realizar una impresión impecable, para goce de un colectivo recurrente en conciencia y sentimientos positivos y patrióticos, que se irradian mediante el recurso de la evocación vivencial y cotidiana.

Pero hay hechos importantes, encontrados en lozanía en Ecuatorianos retratos, los rostros representados simples, suscitadores como el viento que aparece siempre sin descanso, símbolos de integración y de nuestro futuro promisorio, también son signos predestinados de la atemporalidad del arte

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