Hemos señalado que este año, como el anterior, será difícil. Los impactos económicos por la baja de los ingresos petroleros y la apreciación del dólar complican el manejo económico, conduce a restricciones y a la búsqueda de mayores recursos financieros en el exterior para fines productivos y programas sociales, así como a ajustes internos.
Si se busca, como es lo correcto, no afectar a los sectores populares y continuar con los megaproyectos, de grandes potencialidades, las cosas se complican más; máxime si la derecha, con apoyo externo evidente, busca desestabilizar, crear confusión y descontento; para ello cuenta con apoyo mediático, de poderosos empresarios y banqueros, así como de renegados y testaferros.
Por ello, y por las actividades preelectorales, el presente año será eminentemente político. La decisión personal de Rafael Correa, que respeto pero no comparto, de no participar, complica el panorama.
Alianza PAIS (AP) es clave para conducir frente a estos retos las grandes tareas. Y debe comenzar ya. A los 9 años de la Revolución Ciudadana tiene que ajustar su organización, con amplitud democrática, transparencia y buscando la unidad.
Desde mi punto de vista, coincidiendo con la mayoría de sus integrantes, debe convertirse en partido y afinar su acción política, con tácticas que correspondan con el momento difícil. Los sectores ideológicamente más claros y avanzados deben, con profunda reflexión autocrítica, cohesionarse, para afianzar su carácter revolucionario; y junto a las fuerzas progresistas que apoyan los cambios, vincularse eficazmente con los sectores sociales, apoyándose con los líderes en territorios y sus cuadros políticos experimentados, contribuir a la organización popular, para defender y desarrollar la democracia participativa, mejorar los canales de comunicación para una mejor comprensión de los logros y grandes objetivos que persigue, sobre los cuales no puede haber debilidades, peor retrocesos; todo lo contrario, afianzarlos, consolidando e impulsando nuevas conquistas sociales, con base en políticas públicas redistributivas, la defensa del petróleo, nuestro principal recurso; el endeudamiento público productivo, la ampliación masiva de la infraestructura; el fortalecimiento y eficiencia del aparato estatal, la política internacional de paz e integración solidaria, en el marco de defensa de la soberanía nacional, en gran medida recuperada.
La próxima Convención Nacional de AP debe convocarse ya, tendrá que asumir importantes decisiones para el efecto, aprobar mecanismos incluyentes para la selección transparente de candidatos para conducir el nuevo gobierno y la Asamblea, afianzando la inmensa tarea realizada en los 9 años de trabajo patriótico y fecundo que justamente se cumplen el próximo 15 de enero.
La nueva dirigencia nacional y provincial debe escoger a los mejores cuadros políticos y de territorios para esta gran tarea, y la gestión del Estado, desechando a la burocracia insensible, indolente y utilitaria, que jamás levantó un banderín de AP; exige -además- afianzar, organizar en firme, a jóvenes, mujeres, trabajadores y otros, para la gran batalla electoral de 2017, por la democracia, sin violencia, pero con el pueblo organizado, concienciado, movilizado, a fin de, una vez más, derrotar a la derecha, coaligada internacionalmente, junto con sus alcahuetes locales de todo pelaje.
Al pasado neoliberal de oprobio y entrega, ¡nunca más! (O)
