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El Telégrafo
Antonio Quezada Pavón

Resultados predecibles en tiempos impredecibles

10 de julio de 2014 - 00:00

Covey nos demuestra que en tiempos impredecibles, como los que estamos viviendo, los líderes enfrentan varios peligros que se entrelazan y fortalecen unos con otros. Lo primero es una crisis de confianza que dispara un sentimiento de temor y un estado de ansiedad que guían a una pérdida de la focalización, la cual pone en riesgo la ejecución de la estrategia. El éxito consiste entonces en esquivar estos peligros mediante una excelente ejecución de las prioridades; moverse con la velocidad que da la confianza; lograr lo más con menos y, por supuesto, reducir el temor.

Administrar se convierte entonces en fijar metas sencillas y claras que sean continua y fuertemente monitoreadas, incluyendo la rendición de cuentas y la medición de resultados. Pero hay que mantener y mejorar la confianza, pues su reducción demora todos los procesos y eleva los costos; esa es la razón por la cual la economía se deteriora en épocas agitadas y confusas. No hay duda, por otra parte, que todos tratan de hacer más con menos, pero realmente hay que preguntarse: ¿más de qué?; es obvio que debemos hacer más de lo que nuestros grupos de interés clave realmente valoran y menos de lo que no quieren. Las instituciones ganadoras se concentran totalmente en el valor que aprecian los empleados y clientes. Y finalmente, debemos comprender que la raíz de la recesión es  psicológica y consiste en la percepción de la gente que siente que no tienen control sobre lo que les está sucediendo. Los líderes deben entender que mucho del miedo es causado por un direccionamiento poco claro y un propósito poco persuasivo.

Un desempeño ganador en tiempos difíciles, depende de una ejecución precisa. Esto se cumple tanto para la selección de fútbol, como para una empresa y, evidentemente, el Gobierno. La gestión de las instituciones debe transformarse en ‘máquinas’ eficientes donde cada uno sepa lo que tiene que hacer.

Los gerentes debemos hacernos estas preguntas: ¿Entienden y aceptan mis empleados las metas y objetivos? ¿Saben todos en los equipos de trabajo cuál es su rol? ¿Están todos ejecutando los procesos con precisión? Es posible que una pobre ejecución haya dado buenos resultados en tiempos de entorno fácil, en los cuales todos son ‘buenos’ administradores; la precisa ejecución de los procesos se vuelve crítica en tiempos impredecibles. Aquí es donde el líder capaz hace la diferencia. Los administradores mediocres se pierden ante la dificultad de exigir el cumplimiento preciso de las actividades, con lo cual enfrentan una crisis de confianza, pierden la focalización y originan un ubicuo temor.

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