Los historiadores se lucen tratando el tema de la resistencia de los pueblos en su lucha contra la opresión, el colonialismo y el poder de los imperialistas, que sobrepasa los siglos y que hoy en nuestro país se actualiza como un derecho consagrado en la Constitución de 2008, pero distorsionado por los violentos, conspiradores y ciertos articulistas al servicio de la oligarquía, alineados en la oposición política y, evidentemente, alejados de su sagrada misión: orientar en sus mensajes exhibiendo verticalidad, altivez y comprometidos siempre con la verdad.
Los famosos 98 y 99 de la Carta Magna señalan que los individuos y los colectivos podrán ejercer el derecho a la resistencia frente a las acciones y omisiones del poder público que vulneren o puedan vulnerar sus derechos constitucionales. Todos los procedimientos, mecanismos e instancias para precisar impugnaciones constan en la ley, y no se requiere ser jurista para entender que la vigencia de ese derecho no faculta a los políticos pendencieros y conspiradores a cerrar carreteras, tomarse edificios, lanzar piedras, atentar contra la vida de los representantes de la fuerza pública y otros delitos con la malsana intención de sabotear el proceso democrático del régimen del Buen Vivir.
El presidente Rafael Correa ha reiterado que el derecho a la resistencia es legal cuando es de forma pacífica y sin abusos. Aclara que esa figura no puede servir para que opositores fragüen hechos extremadamente violentos.
Los medios llamados ‘libres’, mediante artículos e informaciones, suelen crear falsas imágenes y conceptos para engañar y causar pánico en el público, principalmente a los ingenuos.
Es vergonzoso que uno de los tantos articulistas de la oposición promueva la resistencia como un fantasma que está en todas partes, persiguiendo a periodistas para silenciarlos y a los revoltosos para entregarlos a la justicia, sin reclamo alguno. En su confusa visión colma de epítetos contra el Primer Mandatario, y lo tilda, permanentemente, de tirano, dictador, déspota, autoritario, etc. No olvidarse que, con o sin derecho a la resistencia, el calumniador, conspirador, tirapiedras, criminal y otros desalmados, en este Gobierno, serán sometidos al imperio de la ley penal.
A los saboteadores, a los periodistas instigadores del caos y a la toma del poder, a los dirigentes indígenas equivocados y a los políticos fracasados, los invitamos a reflexionar y a no confundir el significado sobre el derecho a la resistencia y a comprender que la era de la violencia pertenece al pasado, justo cuando hoy el país transita por un nuevo peldaño con la esperanza de alcanzar -para todos- bienestar y justicia social. Ecuador necesita paz y trabajo. En nuestro régimen democrático, todo ciudadano es libre en la toma de decisiones, reclamar, protestar y plantear soluciones, pero dentro del marco de la ley. (O)