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El Telégrafo
Oswaldo Ávila Figueroa, ex docente universitario

Resistencia, pretexto para conspirar

19 de septiembre de 2015

Los historiadores se lucen tratando el tema de la resistencia de los pueblos en su lucha contra la opresión, el colonialismo y el poder de los imperialistas, que sobrepasa los siglos y que hoy en nuestro país se actualiza como un derecho consagrado en la Constitución de 2008, pero distorsionado por los violentos, conspiradores y ciertos articulistas al servicio de la oligarquía, alineados en la oposición política y, evidentemente, alejados de su sagrada misión: orientar en sus mensajes exhibiendo verticalidad, altivez y comprometidos siempre con la verdad.

Los famosos 98 y 99 de la Carta Magna señalan que los individuos y los colectivos podrán ejercer el derecho a la resistencia frente a las acciones y omisiones del poder público que vulneren o puedan vulnerar sus derechos constitucionales. Todos los procedimientos, mecanismos e instancias para precisar impugnaciones constan en la ley, y no se requiere ser jurista para entender que la vigencia de ese derecho no faculta a los políticos pendencieros y conspiradores a cerrar carreteras, tomarse edificios, lanzar piedras, atentar contra la vida de los representantes de la fuerza pública y otros delitos con la malsana intención de sabotear el proceso democrático del régimen del Buen Vivir.

El presidente Rafael Correa ha reiterado que el derecho a la resistencia es legal cuando es de forma pacífica y sin abusos. Aclara que esa figura no puede servir para que opositores fragüen hechos extremadamente violentos.

Los medios llamados ‘libres’, mediante artículos e informaciones, suelen crear falsas imágenes y conceptos para engañar y causar pánico en el público, principalmente a los ingenuos.

Es vergonzoso que uno de los tantos articulistas de la oposición promueva la resistencia como un fantasma que está en todas partes, persiguiendo a periodistas para silenciarlos y a los revoltosos para entregarlos a la justicia, sin reclamo alguno. En su confusa visión colma de epítetos contra el Primer Mandatario, y lo tilda, permanentemente, de tirano, dictador, déspota, autoritario, etc. No olvidarse que, con o sin derecho a la resistencia, el calumniador, conspirador, tirapiedras, criminal y otros desalmados, en este Gobierno, serán sometidos al imperio de la ley penal.

A los saboteadores, a los periodistas instigadores del caos y a la toma del poder, a los dirigentes indígenas equivocados y a los políticos fracasados, los invitamos a reflexionar y a no confundir el significado sobre el derecho a la resistencia y a comprender que la era de la violencia pertenece al pasado, justo cuando hoy el país transita por un nuevo peldaño con la esperanza de alcanzar -para todos- bienestar y justicia social. Ecuador necesita paz y trabajo. En nuestro régimen democrático, todo ciudadano es libre en la toma de decisiones, reclamar, protestar y plantear soluciones, pero dentro del marco de la ley. (O)

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