Ecuador, 20 de Mayo de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Roberto Follari (*)

Religión e ideología

10 de julio de 2015

Al margen de la formidable demostración de fe católica presentada por el pueblo ecuatoriano en estos días, se puede o no ser creyente y -si se lo es- se puede o no ser cristiano; y dentro de lo cristiano, ser católico. Se da en ello la pluralidad que la modernidad estableció en el plano de las creencias.

Lo que es indiscutible es que, para quien cree, la religión implica el nivel más alto de compromiso y adhesión. La identidad religiosa es más fuerte que ninguna otra: es una actitud, como dirían desde la psicología social, ‘central’. Codetermina todas las otras creencias y actitudes de una persona.

Es que la devoción religiosa implica los valores más altos; lo sagrado no tiene comparación a la hora de determinar comportamientos. Allí están el sentido último de la vida y de la muerte, allí se juega el misterio de las personas más queridas y que ya no están (también de las que nos acompañan), allí está el fuego de la creencia por la cual podemos estar dispuestos al sacrificio, al dolor, al extremo.

Por esto mismo, la religión puede leerse en clave de ideologías diversas. No es ella ‘una’ ideología -como suele entenderse-, sino que personas que son católicas pueden asumir opciones ideológicas diferentes. Ni el mensaje bíblico en general ni el evangélico en singular admiten una sola lectura.

Es así que también hay disputas de interpretación al interior de la Iglesia, y siempre las ha habido; es evidente que Juan XXIII fue más progresista y Pío XII más conservador, como lo es que Francisco es reformista y Benedicto fue (y es) partidario de quedarse en la tradición.

Cuando la asunción ideológica se une a la creencia religiosa, asume una renovada fuerza. Es la que tienen los movimientos de reforma social surgidos de la Iglesia, singularmente los ligados a la Teología de la Liberación. La huella del obispo Proaño va en Ecuador en esa dirección, la misma que obispos mártires (Romero en El Salvador, Angelelli en la Argentina) muy bien recorren.

El papa Francisco abreva, en buena medida, en dicha tradición. Su paso por Ecuador ha ratificado su búsqueda de paz social con justicia, de reconciliación en el bienestar para todos, no de reconciliación con la desigualdad y el privilegio para pocos. Por ello, ha contribuido a reinstalar la tranquilidad social en el país, así como a advertir sobre su valoración acerca del proceso político en curso, e incluso su respeto y afecto hacia el Presidente de la Nación. (O)

Contenido externo patrocinado