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La victoria histórica del 17 de febrero del 2013, que ratificó la reelección del presidente Correa y la segura obtención de las tres cuartas partes de los escaños de la Asamblea Nacional para Alianza PAIS y sus aliados, implica, sin lugar a dudas, el más importante hito en la vida democrática del conglomerado nacional en este lapso constitucional, iniciado en 1978.
La Revolución Ciudadana en los anteriores 6 años de gobierno cumplió con casi todos los objetivos y las promesas del plan ofrecido al pueblo ecuatoriano, y este respondió ejemplarmente entregándole su aprobación y reconocimiento y reiterándole su confianza y apoyo en los exitosos comicios de hace unas semanas. Y es que los avances en materia social y económica son indiscutibles. La construcción de una infraestructura, educativa, de salud, vial y de seguridad están a la vista de todos.
La campaña en favor de los discapacitados solventada por el régimen y magistralmente liderada por Lenín Moreno es un ejemplo para el mundo. De la misma manera el proyecto Yasuní; el cumplimiento de los objetivos del milenio instituidos por la ONU; la política exterior diseñada por la administración de Rafael Correa y ejecutada con eficacia y eficiencia por el canciller Ricardo Patiño permiten que nuestra patria no siga siendo considerada la “banana república” de antaño y, por el contrario, es respetado su impecable comportamiento en lo internacional.
Ni siquiera el deleznable enredo dialéctico -con visos de conspiración- de la mediocracia con su desinformación cotidiana ha impedido que el andar por la senda del progreso material y humano de la nación se detenga. Sin embargo de lo inmenso de las realizaciones de este previo período presidencial de Correa, todavía hay muchísimo que hacer, trabajar y lograr para asegurar las realizaciones y conquistas de la revolución. El cambio de la matriz productiva es el mayor de los desafíos de los nuevos años y marcará los pasos definitivos para que las futuras generaciones venzan el subdesarrollo, en paz, con respeto institucional y con un costo social mínimo.
El principio inmutable del proyecto ideológico social ecuatoriano se puede sintetizar en una frase: Pueblo, Programa y Conductor. Los resultados de las últimas elecciones lo reiteran y son el sustento inequívoco de que hay un pueblo organizado consciente y con racionalización suficiente para hacer suya la propuesta socialista del buen vivir, y que está el guía destacado, el dirigente capaz e ilustrado, sin pavor frente a la gran responsabilidad entregada por las masas populares.
Por todo ello el momento por el cual atraviesa el Ecuador es de importancia fundamental, pues deberá sortear las celadas y trampas del neo-liberalismo e, igualmente los peligros de un desarrollismo simplón ,y las tentaciones de funcionarios en gastar los caudales del Estado en proyectos suntuarios e inútiles, la prudencia en el manejo del dinero público es vital, ya lo ha expresado el primer mandatario,- debe ser prioritaria, cortando de raíz formas de corrupción que surgen de los sentimientos inmorales de algunos y de otros, por estar sumidos en la irrealidad.