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Las fuerzas más oscuras de nuestra América se han asociado con miras a convertir en su víctima a Venezuela, hasta pasar el poder de esa nación a manos de la ultraderecha continental. El acoso es permanente desde febrero pasado, por parte de la rabiosa oposición fascista en contra del gobierno legalmente constituido del país caribeño, con la clara intención de un golpe de Estado. En una descarada entente que hasta hace pocos meses estaba conformada por la extrema derecha del país bolivariano y de Estados Unidos -movido el ‘Tío Sam’ por su avidez por las inmensas reservas de petróleo y de agua dulce subterránea venezolanas-, ahora se suman bandas criminales que han avanzado desde Colombia con la firme intención de mantener su asedio, hasta alejar al presidente Maduro de la primera magistratura.
Tales grupos son los que siembran la violencia en campos y ciudades de Venezuela, utilizando los más crueles y sofisticados métodos de ataque en las llamadas guarimbas, que empiezan con el cierre de las calles dentro de las urbes, para dar paso al terror de explosiones en diferentes lugares, como universidades, centros parvularios, propiedades públicas o privadas y bibliotecas, en donde proceden a la quema de sus libros y a una sostenida balacera cuando estudiantes o miembros de las fuerzas armadas los enfrentan, sembrando el terror y la muerte entre los venezolanos, para lo cual, los invasores utilizan un sofisticado armamento que incluye metralletas y modernos rifles automáticos, así como granadas y bombas de todo tipo.
En algunos países, la prensa de ultraderecha publica datos falsos sobre lo que sucede en Venezuela, desorientando a lectores, televidentes y radioescuchas.Los miembros de estas bandas criminales son aquellos que hasta hace poco tiempo conformaban los temibles ejércitos de los paramilitares de Colombia, que fueron organizados y pagados por un sector de ganaderos y hacendados de ese país y que cometían innumerables crímenes entre el campesinado de nuestro vecino del Norte. Los venezolanos gobiernistas afirman que cada uno de estos exparamilitares, ahora establecidos en Venezuela, reciben una paga de entre 3.000 a 5.000 bolívares semanales, además de las armas. Aseguran también que son pagados, aprovisionados, armados y dirigidos por Estados Unidos, como lo ha venido haciendo con los mercenarios que han hostilizado a algunos gobiernos progresistas del mundo.
Pero todo no termina allí. A los enemigos de la administración del presidente Maduro no les pareció suficiente la labor mentirosa, desorientadora y engañosa de la prensa opositora, y por ello están utilizando las redes sociales internacionales, que vienen desarrollando, a través de todo el mundo, un permanente ataque mediático de desprestigio a la figura del primer mandatario venezolano y su labor de gobierno. Por supuesto que, en algunos países, la prensa de ultraderecha publica datos falsos acerca de lo que sucede en Venezuela, desorientando a lectores, televidentes y radioescuchas, que en muchos casos creen tales infundios y reaccionan entonces cambiando de opinión, a la vez que rechazan la figura de Maduro y su gobierno.