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El Telégrafo
José Gonzalo Bonilla

Rascarse donde no pica

08 de junio de 2019

La televisión, los periódicos, la radio y las redes sociales dan cuenta de una sociedad en crisis. Somos parte de una sociedad anómica. Padres de familia, profesores y autoridades gubernamentales con cierta nostalgia de tiempos pasados, inmediatamente acusan de la crisis a “la modernidad” caracterizada por una falta de valores.

Esta explicación peca de un cierto ego-cronocentrismo. Pensar que todo tiempo pasado fue mejor. Claro, se refiere al tiempo vivido por quien profiere el juicio. Y es que a lo largo de la historia, cada generación se ha puesto a sí misma como ejemplo de la nueva.

Por cada suceso que causa conmoción social, líderes de opinión y funcionarios de gobierno reclaman la creación de una nueva cátedra para el bachillerato. Si hay crisis económica se reclama con urgencia la creación de la materia de emprendimientos en la escuela; que los femicidios aumentan, instaurar la cátedra de género, y así en esta laya.  

Sin lugar a dudas, se requiere incorporar en la malla curricular la materia de ética. La pregunta que aparece inmediatamente es, sobre cuáles valores o según quién o según qué doctrina. Indudable que debe responder a los principios de la convivencia entre los ciudadanos, entre hombres y mujeres, entre el ser humano y la naturaleza, o entre el ciudadano y el conocimiento de sus obligaciones de participación política.

Pese al reconocimiento de esta necesidad, ni los organismos internacionales ni las autoridades gubernamentales ni los centros de educación superior, dan el impulso necesario para que materias como ética, historia o filosofía ocupen el mismo lugar que las mal llamadas “ciencias duras”, como matemáticas o la física.

Para el filósofo estadounidense Richard Rorty, la filosofía, la ética o la historia deberían ejercer su poder no solamente cuando las cosas van mal sino también cuando todo funciona apropiadamente. La ética como una disciplina de la filosofía, según este filósofo, es como rascarse donde no pica. Siempre despiertos. (O)

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