¿Quiénes somos? ¿Dónde estamos? ¿Adónde queremos ir?: Criterios valorativos y metodológicos

Muchas personas son como barcos a la deriva, sin timonel, brújulas, ni puertos adónde llegar, los llevan los vientos, perdidos, al garete, los remolcan otros y con vacíos interiores. Existen no pocas personas en el Ecuador que se quejan de la situación económica y de la inseguridad social, sin tener la mínima información sobre la incomparablemente más grave situación que vive el mundo. Nuestra situación es mejor, está por encima del promedio de los países.

Muchos estudiantes y profesionales no tienen puntos de referencias y criterios valorativos para ubicarse y tener clara conciencia de sí mismos y de la situación en que nos encontramos. Por ejemplo, 15 países viven con $ 1 dólar o menos y en el mundo suman 836 millones de personas en 2015. Hasta 2004, según el Banco Mundial, 2.700 millones de personas vivían con $ 2 o menos. Los objetivos de Desarrollo del Milenio, Informe de 2015-ONU, no se cumplieron en gran parte de África y Asia. En el mundo 57 millones de niños no asisten a la escuela.

El pensador guayaquileño Manuel de J. Real Murillo decía que necesitamos realizar una autorreflexión del espíritu sobre las funciones valorativas teóricas y prácticas y a la vez tener una comprensión de los problemas más profundos del universo. “La media de la población ecuatoriana tiene la siguiente proporción de genes: europeos 43%, amerindios 40%, afro 10% y otros 7%” (César Paz y Miño). Vivimos en lugares de una megadiversidad extraordinaria y riqueza natural y cultural. Sin hacer grandes esfuerzos se explota la naturaleza con poco valor agregado. Predomina la “ley del menor esfuerzo”. Coexisten el pensamiento mágico, el sentido común y el científico newtoniano. En minoría la visión relativista, sistémica y compleja sobre los problemas y soluciones. Conviven diferentes eras: nómada, agrícola, industrial y de la información.

Desde la tipología sociocultural de los pueblos de Darcy Ribeiro encontramos en el Ecuador a los pueblos testimonios (descendientes de las grandes civilizaciones originarias), pueblos nuevos (plasmados en los últimos siglos entre negros, indígenas y europeos), pueblos emergentes (poblaciones que descienden del nivel tribal). No existen entre nosotros los pueblos trasplantados (pueblos europeos de ultramar que mantienen su perfil étnico, su lengua y su cultura originales), y hay que agregar a los pueblos en aislamiento (Tagaeri-Taromenane).

Nos falta, como dice José Martí, hacer una síntesis viviente de los valores trascendentales de la humanidad. Desde el punto de vista individual, familiar, institucional, comunitario y nacional preguntarnos: a) ¿Cuáles son los aspectos positivos y cualidades que tenemos y debemos conservar? b) ¿Cuáles son los aspectos negativos y defectos que debemos eliminar? c) ¿Cuáles son las cualidades y aspectos positivos que tienen los otros y que al no poseerlos se decida incorporarlos? d) ¿Qué aspectos no se los posee ni los tienen los otros, que hay que innovarlos, crearlos?

¿Cómo podemos evaluar y valorar la realidad personal y circundante? En cualquier acción preguntarnos: ¿Se respeta nuestra identidad, los derechos humanos y la naturaleza?

Konosuke Matsushita, el más grande empresario del siglo XX, al final de cada día se preguntaba: “¿Qué aprendí hoy?”. La respuesta negativa era un día perdido.

Todos tenemos talentos y limitaciones, fortalezas y debilidades. Lo grave es la mediocridad y el miedo paralizante. Por nuestras raíces genético-culturales somos únicos y desde cada singularidad como personas debemos plasmar una sólida identidad nacional. El reto y clave del éxito es la educación permanente, la capacitación perseverante y sin tregua de nuestras aptitudes y talentos en toda la población ecuatoriana, sin excepciones, al servicio de un objetivo y proyecto personal, comunitario, nacional y latinoamericana para la felicidad de todos. (O)