En días pasados, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, dio la orden al Ejército para que busque los restos del sacerdote guerrillero Camilo Torres Restrepo, abatido en una emboscada, el 15 de febrero de 1966. Su cadáver nunca fue entregado a la madre y el sitio donde está enterrado es un secreto de Estado. A medio siglo de su asesinato, es propicia la ocasión para rescatar el valor y el compromiso político de un joven de la alta burguesía bogotana (descendiente del prócer de la independencia Camilo Torres, fusilado en 1816), que abandonó sus privilegios de clase y se enroló en la guerrilla, por el logro de mejores condiciones de vida para su pueblo.
Al hacerlo, debemos referirnos a dos acontecimientos importantes: uno, el asesinato del gran líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948, en Bogotá. Crimen que dio inicio a una nueva era en la historia de Colombia, de intensificación y terrorismo de Estado. Trayendo consigo la violencia y la represión más brutales, las cuales impulsaron al levantamiento en armas. Nacen las Fuerzas Armadas de Colombia (FARC) y en 1964 el Ejército de Liberación Nacional (ELN). El otro acontecimiento fue la realización del Concilio Vaticano II, inaugurado el 12 de octubre de 1962, bajo la dirección del papa Juan XXIII, el mismo que dio origen en 1968, en Medellín, a la Teología de la Liberación, la cual rescató los principios del cristianismo primitivo e introdujo reformas, como que el sacerdote actuara en la misa de frente, sin dar la espalda a los fieles, decirla en español, buscando una mayor participación de los católicos en sus rituales.
Para sus simpatizantes, América Latina era un continente dominado y oprimido, que debía liberarse. Muchos fueron los teólogos que se incorporaron a ella. Pero antes ya algunos habían avanzado en el pensamiento y acción, influenciados por la Revolución Cubana. Entre ellos el joven sacerdote bogotano.
Nacido el 3 de febrero de 1929. Sus padres, el afamado médico Calixto Torres Umaña; su madre, la distinguida matrona Isabel Restrepo Gaviria. Su primaria la realizó en el Colegio Alemán. Luego de graduarse de bachiller en el Liceo Cervantes en 1946, ingresa al Seminario Conciliar de Bogotá hasta ordenarse de sacerdote católico, el 29 de agosto de 1954. Enviado a la Universidad Catalana de Lovaina, se gradúa como sociólogo en 1958. De regreso a su país es nombrado capellán y, como tal, se relaciona con los sectores más pobres de su ciudad. Participa en numerosos congresos nacionales e internacionales. Dirigió múltiples organizaciones sociales. Publicó obras y artículos de carácter social, llamando a la unidad y al combate al pueblo colombiano. En noviembre del 65, se incorpora a la guerrilla, uniéndose al ELN. En enero del 66, ya desde las montañas, se difundió su ‘Proclama al pueblo colombiano’. Al mes siguiente cae en combate, en Bucaramanga.
En los encuentros nacionales e internacionales de teología siempre se lo recuerda como el cristiano ejemplar, que señalaba el camino a seguir en la creación de un mundo mejor.
Ojalá que un país que ha luchado por más de 50 años por su verdadera independencia, y con tremendas desigualdades sociales, en el próximo período de paz a iniciarse, pueda impulsar un proceso de transformaciones económicas-sociales, por el que Camilo y miles de colombianos han ofrendado su vida.
Ya lo dijo el papa Francisco: “La Iglesia no debe ser un museo de los recuerdos”. (O)