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El Telégrafo
Sebastián Vallejo

Que se joda la ‘troika’

10 de julio de 2015 - 00:00

El problema con la deuda griega es que todavía nos creemos el cuento ese sobre el despilfarro. Incluso cuando estamos en contra de las medidas sugeridas por la Merkel, no seguimos pensando que en Bruselas tienen un poco de razón. Al final del día, les prestaron la plata y luego se la feriaron. O por lo menos eso parece ser la historia que se ha construido desde los medios y se ha repetido como un parte de un dogma cada vez que se habla de Grecia, de su consulta o de su resultado. Es decir, se menosprecia un resultado histórico por el simbolismo e influencia política para darle la razón a la Unión Europea: que paguen, que se ajusten, y que paguen. Fueron los griegos quienes hicieron fiesta con la plata.

Pero Grecia no fue una sola buena farra hasta que se terminó la teta. Ni siquiera fue la expansión del Estado para brindar servicios y seguridad social. Es más, los ciudadanos a los que ahora se les exige ‘apretarse los cinturones’ no vieron toda esa deuda que ahora, con tanto afán, se les pide que paguen.

La razón por la cual Grecia está en el embrollo actual es el resultado de la crisis financiera de 2008, la misma crisis que nació de la gran idea de otorgar créditos subprime a cualquier capaz de acercarse a la ventanilla de un banco, para luego crear paquetes financieros, avalados positivamente por las agencias de calificación de riesgo y venderlo al resto de instituciones financieras en el mundo. Oh, gloriosa modernización de los mercados. Cuando todo esto estalló, como invariablemente iba a estallar, los mismos bancos que generaron la crisis luego demandaron a lo gobiernos que les den miles de millones de dólares para rescatarlos. En Grecia, los bancos recibieron, en primera estancia, $ 30 mil millones en rescate del pueblo griego. Ese mismo pueblo al que ahora se le pide ‘apretarse los cinturones’. A un banquero jamás se le ha pedido lo mismo.

Después del primer rescate, el entonces primer ministro griego Papandreu fue forzado por los bancos a dimitir su puesto, luego de negarse a financiar un segundo rescate. En su puesto asumió Papidomos, vicepresidente del ex Banco Central Europeo (a quien, por cierto, nadie votó). No tardaría en llegar el segundo rescate a los bancos griegos. Todo esto llevó a que el rendimiento (la tasa de interés) de los bonos de la deuda pública griega se triplique, volviendo más difícil el solicitar préstamos. Hora de iniciar los ‘ajustes estructurales’ y la ‘austeridad’, que el neoliberalismo no es un cuento de hadas… es una pesadilla.

Es que en Grecia privatizaron todo: el agua, la electricidad, la oficina postal, los servicios de aeropuerto, los bancos nacionales, las telecomunicaciones, los medios y la autoridad portuaria. Luego comenzó el recorte del gasto público: despidos, reducción al salario mínimo y de las pensiones. El gasto militar quedó intacto. Subieron el IVA, también (pero no se subió el impuesto a las grandes corporaciones). Luego se subieron los impuestos un poco más. Luego las pensiones.

Por más que se siga hablando del despilfarro griego y hospitales con 25 jardineros y fraude fiscal, las cifras son tozudas. Un griego de cada tres ya no tiene sanidad pública. Pasó de ser el país europeo con menos suicidios al que más. Los sueldos están a la mitad de lo que estaban antes de la crisis. No resulta tan difícil entender el Oxi, el No a las medidas de austeridad. Que se joda la ‘troika’ es otra manera de traducirlo. (O)

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