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El Telégrafo
Fabrizio Reyes De Luca

Proteccionismo bueno y malo

04 de septiembre de 2014

Los países desarrollados agrupados en el G-20 continúan en la lesiva competencia por consolidar las prácticas proteccionistas dentro del comercio internacional, no obstante el uso recurrente de un discurso que pregona el libre intercambio de bienes.

La Organización Mundial de Comercio, entidad multilateral en la que participan 160 países, recuerda que durante 2013 se registró un notable aumento en la aplicación de barreras y obstáculos al libre movimiento de bienes y servicios dentro del comercio global, siendo las potencias económicas las que más favorecen el proteccionismo.

El discurso del liberalismo comercial ha quedado evidenciado como una ideología pragmática que oscila entre los intereses financieros del mundo industrializado y el comportamiento del ciclo económico mundial.

El Banco Mundial sostiene que los gobiernos de los países desarrollados han adoptado medidas de salvaguardia para proteger a sus respectivas industrias de la competencia externa en tiempo de crisis económica.

¿Qué es una medida de salvaguardia en el comercio exterior? Es aquella que regula o restringe temporalmente las importaciones de mercancías idénticas, similares o directamente competidoras con las de elaboración nacional, a fin de prevenir o remediar el daño grave a la rama de producción nacional de que se trate y facilitar el ajuste de los productores nacionales. Eso luce bien, pero con ciertos bemoles.

Ocurre que esa práctica de protección de los productores nacionales de las importaciones se apoya en un fundamento lógico y hasta legítimo, pero ocurre que muchos países ricos recurren a ella para limitar las exportaciones de las naciones subdesarrolladas.

Otro mecanismo incuestionable de proteccionismo adoptado por el ‘primer mundo’ viene dado por el otorgamiento de subsidios, los cuales toman diversas formas, entre los que destacan los precios de sustentación, seguros de cosecha, compra de producción excedente para evitar pérdida en el mercado, así como pagos directos a los agricultores para disuadirlos de sembrar total o parcialmente, evitándose así que los precios colapsen.

Durante la recesión económica de 2008-2009, los gobiernos de Estados Unidos, la Unión Europea y Japón fueron al ‘rescate’ de los bancos, las compañías aseguradoras, las fábricas de autos y otras industrias para evitar una quiebra masiva, pero se hizo con el dinero de los contribuyentes.

Por eso, indigna saber que en las capitales de los países subdesarrollados andan los técnicos del Fondo Monetario Internacional tratando de convencer a los gobiernos para que retiren los subsidios que se otorgan en beneficio de la gente, tales como los que se dedican a la electricidad, el transporte, la salud y la educación.

Porque hay dos tipos de proteccionismo: uno bueno y otro malo. El primero es el aplicado por los países ricos, mientras que el segundo es adoptado por las naciones pobres. Así es la doble moral. Y de eso debemos tomar conciencia los pueblos progresistas.

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