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Víctor Mendoza Andrade

Producción alimentaria (2)

12 de julio de 2016

La tecnología considerada como indispensable para aumentar la productividad agrícola ha velado con frecuencia la perspectiva de lograr con esta actividad el objetivo primordial: alcanzar el mejoramiento de la calidad de vida de la comunidad.

El aumento de la productividad tiene como principal aliada a la capacidad potencial de eliminar el espectro del hambre mundial presente en los países subdesarrollados, subsistiendo también en determinados estratos pobres de los países del primer mundo. Lo cual indica que el problema no solamente es escasez de alimentos, sino que también es político. La tecnología por sí sola no resuelve el problema, aunque debemos reconocer el extraordinario progreso que ha tenido su aplicación para lograr aumentos extraordinarios de la productividad acercando la posibilidad de resolver el problema del hambre.

En nuestro país no contamos históricamente con una política de desarrollo agrícola permanente con tiempo suficiente para lograr los resultados esperados de los programas establecidos; y los gobiernos de turno, al iniciarse, determinan nuevas orientaciones -muchas veces- interrumpiendo los trabajos emprendidos atribuyendo fácilmente a deficiencias tecnológicas la falta de resultados. Es decir, a las herramientas sin analizar el medio donde se desarrollan las actividades y qué ocurre con los actores que operan las herramientas.

La modernización tecnológica de la agricultura tuvo su origen en los países europeos a mediados del S. XIX durante la denominada Revolución Industrial. La utilización de nuevas herramientas, como el tractor en los países industrializados,  tuvo como consecuencia la disminución de la mano de obra utilizada en las labores agrícolas ocasionando el éxodo campesino a las ciudades donde se tornaron en obreros industriales. La agricultura es el primer sector que aporta capitales y fuerza de trabajo a la industria y, a la vez, la industria, mediante sus productos industriales -mecánicos, químicos y biológicos- permitieron un incremento decisivo de la productividad y un uso intensivo del suelo agrícola.

Este objetivo (política) de la actividad agrícola de los países industrializados, el aumento de la productividad al menor costo posible, fue transferido a los países del tercer mundo, sobre todo a los localizados (como el nuestro) en la franja tropical del planeta, sustituyendo a los sistemas de producción agrícola tradicionales por sistemas especulativos, como son las plantaciones de monocultivos (banano, palma africana, café).

La producción industrial agrícola de exportación de nuestro país, lo vuelve vulnerable ambientalmente por los contaminantes empleados en su producción y comercialmente dependiente de los precios establecidos por las transnacionales que cambian con frecuencia  de acuerdo a los intereses de los países industrializados importadores. A esto se suma la dependencia tecnológica por los insumos, cuyo precio lo manejan los países industrializados a su libre arbitrio. Estas condiciones negativas para el desarrollo deben ser revisadas con los principios aprobados mundialmente, como es el de la producción sostenible, como posteriormente lo trataremos. (O)

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