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El Telégrafo
Tatiana Hidrovo Quiñónez

Por qué sobreviven las monarquías

22 de septiembre de 2022

Las monarquías son regímenes político estatales antiquísimos, propios de la cultura europea que cubre las regiones culturales del Mediterráneo, el Báltico, el Mar de norte, y avanza hasta las estepas rusas. Se basan en un linaje que tiene el privilegio de la Corona, un espacio de poder superior obtenido por sucesión. En principio fueron regímenes absolutistas que concentraban todas las funciones del poder estatal. Los reyes gobernaban, legislaban y administraban justicia. Sin embargo, detrás de los reyes existía el contrapoder de la nobleza, un estamento que controlaban los medios de producción, especialmente la tierra. La monarquía absolutista ya no existe. Sobrevivió otro tipo de monarquía, la constitucional.

Desde el siglo XVII se instauró una monarquía parlamentaria en Inglaterra. Es decir, se crearon contrapesos al poder monolítico del monarca. En aquellos tiempos los estados imperiales comenzaban a ser dominados por las compañías ultramarinas de comercio. A la par se convirtió la antigua idea del “liberalitas”, equivalente a “bien común”, en la doctrina liberal. En ese marco se retomó el concepto de “república”, un régimen sin monarca con división de funciones y contrapeso de poderes. Pero la otra modalidad en la que encajaba la tradición y la modernidad política, era la fórmula de la monarquía constitucional. Pervivía el monarca con funciones limitadas y se creaban a la par los poderes: ejecutivo, legislativo y judicial.

Ya sabemos, tras las revoluciones, la fórmula de la república se instauró en Estados Unidos, Francia e Hispanoamérica, donde los proyectos monárquicos fracasaron. Pero en el corazón de la Europa, la monarquía sobrevivió encajonada dentro de la constitución y los contrapesos de poder. España e Inglaterra son ejemplos, sobre todo este último.

Una de las funciones de las monarquías en el tránsito hacia la modernidad política, fue dotar a sus Estados de una unidad nacional. Por otra parte, las monarquías llenaban parte del relato necesario sobre el origen antiguo y común de la comunidad. La idea del rey como símbolo de la nación, se arraigó incluso en algunas colonias y fue aprovechada por los imperios para sus fines. Inglaterra mantiene la monarquía, porque no tiene otro símbolo mayor para anclar a una nación, que contiene a diversos reinos y pueblos, que siempre han reclamado su soberanía e independencia.

 

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