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El Telégrafo
José Emilio Vásconez

¿Por qué no hace caso, Presidente?

03 de mayo de 2022 - 07:37

Usted, señor Presidente, ha mencionado en reiteradas ocasiones, que la macroeconomía del país está en franca recuperación. A pesar de que esta afirmación no es correcta, es importante reconocer que se ha cumplido con la nivelación de algunos indicadores macroeconómicos para continuar con los programas de crédito barato de los multilaterales económicos. Sin embargo, existe todavía un retraso en el último desembolso del FMI al país, así como niveles de desempleo e informalidad que todavía no logran recuperarse. Ni hablar de la política social y los servicios públicos.

 

El descontento por la falta de obra pública y la calidad de los servicios públicos es general. La torpeza con la que se administra lo público pone en evidencia la poca capacidad de quienes ocupan cargos en el nivel jerárquico superior, que posiblemente, bajo la lógica de la optimización de la empresa privada, no logran comprender que el Estado opera de manera distinta a un banco o a una multinacional. Esto, sumado al “bullying” constante que han sufrido los servidores públicos del país durante la década correísta, es parte de la absurda falacia del “Estado obeso”, que se repite como “padre nuestro” en la mayoría de espacios de opinión pública. Reducir el “tamaño” del Estado tiene su precio, y los ecuatorianos lo estamos pagando.

 

No se sorprenda, señor Presidente, si es que el precio que tengamos que pagar los ecuatorianos, por su (y la de sus colaboradores) falta de conocimiento en la administración pública, sea mayor a los posibles beneficios que los miembros de su equipo ven en cerrar el déficit y mantener la macroeconomía a salvo. Recuerde que sin inversión pública no existen las condiciones ni incentivos para que la gente consuma e invierta más. Deje de comparar al Estado con una empresa o una familia. Eso quedó guardado en los libros de texto de la teoría monetarista clásica, y no le hace bien a nuestra economía. Entienda, señor Presidente, que la calidad de los servicios públicos es importante y una prioridad del Estado. Si se detiene el servicio público, los ciudadanos buscarán “saltarse la fila” y harán cualquier cosa para obtener lo que el Estado no puede darles. Por favor, entienda, señor Presidente, que el dogma de quienes lo presionan para priorizar su política económica en cerrar el déficit fiscal, tiene consecuencias graves para la población en el largo plazo. Ábrase a escuchar propuestas de teoría monetaria moderna, sin caer en las falacias del desprestigio disyuntivo del “correísmo vs anticorreísmo”. Deje de recibir asesoría de quienes creen que usted está pagando la “farra” del correísmo, y póngase a trabajar desde la política pública y no desde la campaña.

 

El Ecuador espera que el pragmatismo que lo caracterizó durante la campaña de la vacunación, pueda ser también parte de su política económica. De usted depende que las voces más dogmáticas del gobierno se apaguen, y se dé luz a nuevas formas de pensar la política económica, basadas en principios éticos y evidencia científica, con la finalidad de construir mejores días para todos.

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