He pedido al diario que, por esta semana, el espacio destinado para mi columna semanal permanezca vacío. Sería el equivalente, quizás, a un tiempo de silencio y reflexión de los que se estilan cuando alguien o algo importante se ha perdido.
Además, no tengo palabras que alcancen para expresar mi sentir al respecto. Probablemente la rabia y la desazón me hayan rebasado. A veces –como decía un personaje de Fellini– solo una cosa habría que cultivar: “educarse en el silencio”. (O)
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