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El Telégrafo
Alfredo Vera

“Por la plata baila el perro….”

20 de mayo de 2014

La prensa ha dado un escueto informe acerca de que la empresa Patton Boggs se arrepiente y pide perdón a Chevron por haber intervenido en el juicio que le implantaron los perjudicados habitantes de la Amazonía, sostuvo Charles Talisman, asesor legal, y anunció que le harán una retribución por 15 millones de dólares, además de hacer público su arrepentimiento por haber intervenido en la demanda.

Solamente en el mundo capitalista, en el que el dinero, los negocios y las utilidades están por encima de lo humano, se puede concebir una traicionera aberración de tal naturaleza.

Todo lo que es negocio y ganancia está admitido como válido y preferente por encima de la dignidad, de la justicia y del respeto que merecen los valores de la mal llamada civilización, que recoge los paradigmas que la mente y la conciencia humana levantan y enarbolan para saber que nos diferenciamos de las otras especies animales, porque supuestamente somos racionales, es decir, que nuestras conductas se sustentan en la ética.

La empresa petrolera norteamericana Chevron compró a la Texaco los derechos para explotar el petróleo en Lago Agrio. Y lo hizo, como dicen en el pueblo, “con tontera y todo”; y destruyó ambiente, tierras, cultivos, aguas, pueblos, familias, personas…

Hasta hoy -dos décadas después-, con la campaña “La mano sucia de Chevron”, se puede verificar todo el perjuicio material y social infligido a esa región.

Las víctimas de este irreparable atentado contra bienes y personas decidieron reclamar por los daños irrogados y ante la soberbia negativa de la poderosa empresa que había succionado la riqueza natural ecuatoriana, a vista y paciencia de las autoridades de entonces, deciden seguirles un juicio, que da tumbos porque Chevron no quiso que el juicio se hiciera en Estados Unidos sino en Ecuador.

Los amazónicos habían buscado el patrocinio de un bufete jurídico norteamericano y cayeron en manos de la empresa Patton Boggs, que vaticinó sería fácil, por la cantidad de pruebas que las víctimas tenían, como en efecto así sucedió después de sortear todas las manipulaciones y zancadillas que Chevron inventaba.

Ahora Chevron demostró que “por la plata baila el perro…” y esa otra frase que hace suyo el potentado gran magnate de que “el que paga manda”.

Y manda tanto que estos inescrupulosos tinterillos internacionales no solo que piden público perdón y pagan una vergonzosa retribución, sino que traicionan a los amazónicos suponiendo que estos tercermundistas ecuatorianos tendrán que allanarse ante el poderoso señor Chevron.

Lo que no sospechan es que estos cholitos ecuatorianos, con el apoyo de los latinoamericanos y los seres humanos decentes regados por todo el orbe, lucharemos hasta la victoria, siempre.

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