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Esteban Ávila

Politización innecesaria

15 de agosto de 2021

La definición de alto rendimiento deportivo que nos alcanza Dionisio Curiel se refiere a "mantener el más alto desempeño en competiciones del más alto nivel". Y, precisamente, para llegar a esa instancias es que se requiere una preparación previa a tono con las metas trazadas.


No quiero aún abandonar la etapa olímpica, tan grata por todo lo que entraña la competencia mayor del deporte mundial. Y el desempeño del deporte ecuatoriano hace que esperemos ansiosos que los tres años hasta París 2024 se quemen pronto. Porque, a juzgar por lo sucedido en Tokio, en la capital francesa veremos ratificarse aún más el momento histórico que viven varios deportistas locales.


Pero para que eso suceda es necesario que todas las instancias comprendan algo que parece sencillo, pero que el desconocimiento o la manifiesta mala fe hacen esquivo: el alto rendimiento, su planificación y ejecución, no responden a ideología o línea política alguna.


Torpemente, desde instancias que consideran que meter cuchara en todo significa mantener el estatus aberrante de "líder de opinión", se ha posicionado que el plan de alto rendimiento es cosa de un gobierno pasado. Y la gente, que muchas veces ingiere lo que los "líderes de opinión" cacarean desde sus trincheras, ha hecho carne esta idea tan falsa.


Un plan de alto rendimiento va más allá de quién es el presidente o quiénes son los ministros o, incluso, qué instituciones están de por medio. Es parte de una política de estado que considera a la práctica deportiva como un filón importante de la cultura y la identidad de una nación.


Formas de instrumentar el alto rendimiento deportivo desde el estado hay varias. Desde el sistema educativo, como en los Estados Unidos, o también directamente desde el mismo estado como sucede en países tan disímiles como Cuba o Australia. Lo que importa acá es la efectividad de la política.


Lo sucedido en Tokio no puede caer en el olvido. El esfuerzo, mayormente, personal de los deportistas merece una continuidad que solamente puede llegar desde la línea que elija el Ministerio del Deporte. El Comité Olímpico Ecuatoriano, por ahora, solo alcanza a defenderse sin mayor éxito de las acusaciones de negligencia. Pero tendrá que ponerse también en carrera, sobre todo a partir de sus futuras elecciones.


El alto rendimiento NO es políticamente ideológico, NO es propiedad de un partido o de un mandatario. Quienes así lo miran son, simplemente, parte de aquella corriente que vive y lucra de politizar hasta las idas al baño. Líbranos ya de esa gente, Señor.

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