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El Telégrafo
Ketty RomoLeroux G.

¿Podrá el imperio destruir la Revolución Bolivariana?

17 de diciembre de 2015

Se podría pensar que, en este nuevo mundo multipolar, el proceso revolucionario de Venezuela, gestado a raíz de las elecciones de 1998, y construido sobre la base de la nueva Constitución Política, aprobada en 1999, no tendría mayores inconvenientes. Pero no fue así. Los cambios estructurales tendientes a eliminar la pobreza y defender la soberanía nacional llevaron a la oposición a realizar el golpe de Estado del 11 de abril de 2002, planeado por el Gobierno de EE.UU., la empresa privada, los medios de comunicación y sectores de la Iglesia. Mas, la acción popular rescató a Hugo Chávez y lo reinstauró nuevamente como su Presidente Constitucional, el 14 de abril.

El pueblo venezolano, a diferencia del cubano, escogió la vía pacífica, la no violenta para impulsar su proceso de cambios a través de la democracia participativa y protagónica.

En 17 años se han producido grandes avances en  todos los órdenes de la vida. Según la Cepal, ha sido el país de América Latina que más ha reducido la pobreza. De un 28,9% en 1998 a 19,6% en 2013, siendo los niños, las mujeres y los trabajadores los más beneficiados. Las misiones sociales juegan un papel muy importante al otorgar ayuda económica y moral a las madres que las necesitan. Se valora el trabajo de las amas de casa. La Unesco declaró a Venezuela ‘Territorio libre de analfabetismo’. Se ha reducido el desempleo y fortalecido la seguridad social. En el campo regional, Venezuela se convirtió en el líder político, contribuyendo a crear la Alba, la Celac, Unesco, Petrocaribe, Caricon, planteando un nuevo modelo de desarrollo, basado en la igualdad y la solidaridad.

Aquello no lo pudo aceptar el imperio, y utilizando la calumnia y el miedo como chantaje político, con las fuerzas retardatarias, emprendió una campaña de desprestigio y desestabilización. Con el agravante de que el precio del petróleo ha ido a la baja. Y los medios de información se han convertido en verdaderos partidos políticos que desorientan a la población.

De ahí que, a pesar de que las elecciones del pasado 6 de diciembre (la vigésima) eran solo parlamentarias, todos los ojos del mundo estaban puestas en ellas.

El resultado: la Coalición Mesa de la Unidad Democrática 112 escaños contra 55 del Partido Socialista Unificado. Con lo cual el fascismo puede tirar abajo todas las conquistas económicas y sociales implantadas por la Revolución.

Es muy duro realizar cambios sociales a través de procesos revolucionarios pacíficos. En nuestra América existen dos amargas experiencias, la Revolución Democrática de Guatemala, liderada por el joven coronel Jacobo Arbenz, derrocado por un golpe de Estado dirigido por la CIA en 1954. Y el proyecto socialista de Salvador Allende en Chile, en 1970. Ambas sofocadas con sangre.

La vida enseña que cada pueblo hace su propia historia.

“Es una derrota electoral, pero no política”, comentó el presidente Nicolás Maduro. “Es el momento de avanzar”.

¡Venezuela no puede regresar al pasado! ¡El imperio no puede destruir su proceso revolucionario!

Cuenta con el respaldo de su pueblo y la solidaridad de América Latina. (O)

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