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El Telégrafo
Roberto Follari (*)

Perfectos idiotas

24 de octubre de 2014

La frase hiriente no la inventé yo: viene de ellos, los fanáticos neoliberales, esos que en nombre de la tolerancia fomentan la intolerancia, y en nombre del pluralismo convocan a la voz única del imperio. Defendiendo al dios mercado y a su vicario el dinero, desde hace años que personajes como Álvaro Vargas Llosa llaman ‘idiotas’ a quienes no piensan como ellos. Es decir, en paradojal nombre de un sistema de apertura a la diversidad, agreden a todo lo diverso.

Álvaro es por completo insignificante: vive apenas del apellido de su papá. Y este, el literato Mario Vargas Llosa, es tan gran narrador como nulo conocedor de la filosofía y de las ciencias sociales. Igual pontifica con entusiasmo sobre lo que no sabe, da lecciones de democracia siempre al servicio de los poderes establecidos, llama dictaduras a los gobiernos elegidos por el pueblo y que favorecen a este, y llama democracia al reino de las élites establecidas en torno de los negocios y el servicio al país del Norte y las multinacionales en general.

¿Quiénes son los idiotas? ¿Los que, sabiendo que han salido de la miseria en estos años votarán a Dilma, o los que elijan volver a un Brasil al servicio del capital y de la desigualdad social? ¿Será ‘idiota’ quien -habiendo votado a Silva por considerarla de izquierda- decida ahora ser coherente y votar a Dilma, o el que siga los meandros ideológicos de Silva, y vote ahora lo contrario de lo que antes votó? ¿Podrá llamarse idiotas a los argentinos que luchan contra el aprovechamiento financiero de los ‘fondos buitre’, o lo serán más bien aquellos que eligen el capital internacional contra su patria y su pueblo? ¿Son idiotas los que apoyan en Ecuador a Correa por haber mejorado con él sus condiciones de vida, o los que prefieren un posible retorno a pasados poco felices? ¿Son idiotas los mexicanos que protestan por la muerte y desaparición de sus compañeros en el estado de Guerrero, o más bien lo son quienes cobijan las políticas proestadounidenses que han debilitado al extremo al otrora fuerte Estado mexicano? Sin dudas, los fanáticos neoliberales -que hace poco tiempo sugirieron un ‘tiranicidio’ en Venezuela- están bastante más cerca de merecer su propio adjetivo insultante, que aquellos a quienes ellos pretenden aplicarlo.

Los pueblos pueden equivocarse, por supuesto, pero es difícil que lo hagan reiteradamente y en el mismo sentido. Y, en todo caso, tienen derecho a equivocarse: de eso se trata la democracia. Ir contra gobiernos populares democrática e irreprochablemente elegidos (apoyar a los cuales, claro, no ha sido ninguna equivocación de los electores sino todo lo contrario) e ir en su contra en nombre de una mal entendida ‘democracia de mercado’ es atentar a la vez contra la efectiva democracia, y contra los intereses y decisiones de esos pueblos, los cuales merecen más respeto que el fácil insulto de llamarlos ‘idiotas’.

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