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El Telégrafo
César Hermida

Pensamiento y sentimiento

07 de noviembre de 2015

Además de los tres instintos básicos de la herencia animal que constituyen nuestras necesidades objetivas del dominio corporal, el metabolismo, la sexualidad y la vida de relación o trabajo, existe un dominio subjetivo dado por la cultura. Este dominio corresponde al pensamiento, el sentimiento, la identidad, la libertad, la seguridad o protección, la creación, la recreación.

Aquí están las creencias, las interpretaciones y los conocimientos de la ciencia. La ciencia de la cultura dominante occidental ha dividido todo, separándolo, cortándolo, dicotomizando, así ha separado el cuerpo de la mente, mientras la cultura ancestral indígena andina los junta de manera dual en un solo componente, el runa o persona. Así, para esta, no se concibe el cuerpo sin la mente y esta es una dualidad que junta el pensamiento y el sentimiento.

En la tradición cristiana occidental, Dios dio con un soplo el pensamiento al primer ser humano. Así, la razón o conocimiento, el saber como componente cognoscitivo, se constituyó en la esencia de la ciencia occidental, pero se separó del sentimiento, de la vida afectiva, del mundo de las emociones temporales y las pasiones duraderas. Los pensamientos se alojan en el cerebro, y se supone que los afectos en el corazón, así la alegría y la felicidad, la tristeza con la pena o el llanto parecen afectarlo.

La concepción dual ancestral no separa los pensamientos de los sentimientos, los considera complementarios. Se expresan juntos en la reciprocidad o solidaridad, y tienen correspondencia con el todo, pues todo tiene que ver con todo. Se expresa en el amor y cuidado de la madre tierra o Pacha Mama y en el conocimiento y amor por la vida que es sana y colectiva. No hay pensamiento sin sentimiento, como no hay sociedad sin naturaleza, ni hombre sin mujer, ni día sin noche en el continuo del tiempo. Como no debe haber ciencia sin arte ni arte sin ciencia.

Edgar Morín dice (en La vía para el futuro de la humanidad) que las culturas ancestrales indígenas “no confunden el pensamiento simbólico-mítico-mágico con el pensamiento racional-técnico-práctico, sino que los combinan entre sí”. Desde luego que el primero también existe en Occidente, pero, como se ha señalado, no se trata solo de pensamientos, sino de inseparables sentimientos.

Hay que lograr, desde el Abya Yala o Nuestra América, nuevos modelos de pensamiento o paradigmas, pero con el aporte ancestral del inseparable componente subjetivo del sentimiento, es decir, del afecto. (O)

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