La Revolución Ciudadana acaba de cumplir ocho exitosos años, pero enfrenta serios peligros en el impredecible futuro.
Por una parte, podría fallar la ejecución de los proyectos, tanto sociales como de infraestructura, que ya se iniciaron y algunos están por culminar. Se le ha puesto mucha inteligencia y hay una clara estrategia; sin embargo, existe la duda de si nuestros equipos de trabajo podrán terminar sus tareas. Y cínicamente la oposición espera que no se los haga. Mucha gente en el Gobierno consigue que las cosas sean hechas con excelencia. Otros no lo hacen y probablemente nunca lo harán. El gran reto está en conseguir que estos últimos contribuyan de alguna manera para finalizar los proyectos.
Al mismo tiempo enfrentamos una crisis de confianza, cuyo nivel cae en tiempos inciertos. Esto se refleja inmediatamente en el mercado financiero y la gente pierde la fe en sus propias organizaciones. En un dudoso camino lleno de obstáculos, todo se desacelera y aun podría ser recesivo.
Un entorno con menos recursos y menos gente confiable crea más confusión. Tratamos de realizar dos y tres tareas al mismo tiempo, con lo cual perdemos la focalización, no solamente porque perdemos la concentración al no focalizarnos en una sola tarea a la vez, sino porque se reduce nuestro entusiasmo en hacer las cosas bien.
La recesión económica causa un tipo de recesión psicológica originando en la gente un miedo penetrante: miedo a perder sus trabajos, miedo a perder sus ahorros y aun sus bienes y hogares. El miedo se afinca y es costoso, pues justamente cuando se necesita a la gente focalizada y comprometida, pierde foco y se desengancha.
Estos peligros aparecen en tiempos tumultuosos y se agrandan unos a otros. La crisis de confianza dispara el miedo. El miedo y la ansiedad nos conducen a perder la focalización. Y la pérdida de foco pone en riesgo la estrategia de ejecución de los proyectos. En estos tiempos es cuando tenemos que ejecutar nuestra estrategia con precisión. Conocemos estos peligros y podemos dominarlos, si todos ejecutamos nuestras prioridades con excelencia, haciendo continuo seguimiento a claros objetivos; si nos movemos con la velocidad que nos da la confianza mutua que debemos tener en nuestro Gobierno y él en su pueblo; si alcanzamos más con menos, más de aquello que realmente importa a los grupos de interés y menos de aquello que lo rechazan; y si reducimos el miedo, dándole al pueblo más control sobre lo que sucede.
Mucho del temor es causado por una muy poco clara dirección y un desmotivador propósito. Si hay algo verdaderamente cierto en la vida es la incertidumbre. Estamos seguros de que nuestro Gobierno, que constituye primordialmente un gran equipo de trabajo, tendrá un desempeño consistente y con excelencia, a pesar de las condiciones adversas. Y definitivamente, es tiempo de la unidad nacional.