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El Telégrafo
Werner Vásquez Von Schoettler

¿Para qué la organización de base?

07 de abril de 2014 - 00:00

Podría parecer como elemental, tanto la pregunta como la respuesta, sin embargo, no lo es de ninguna manera. En la tradición de los partidos políticos no ha sido común el considerar la pertinencia y necesidad de las organizaciones de base como el fundamento de las estructuras organizativas.

Es con el desarrollo del capitalismo industrial, el desarrollo de los sindicatos, etc., que los partidos populares, socialistas, revolucionarios fueron definiendo la necesidad de contar con un sustrato material y real de apoyo a sus acciones; esto porque se consideraba que los partidos, sus miembros por definición eran miembros de los sectores desposeídos y por correspondencia se convertían en fieles expresiones del todo social oprimido; pero esto no siempre es así.

Es una gruesa ingenuidad pensar que los sectores oprimidos, populares, etc., por principio apoyan los procesos revolucionarios, de grandes transformaciones; bien pueden aspirar a mejores tiempos, mejores condiciones de vida y llevarles perfectamente a apoyar a partidos, movimientos, precisamente, opuestos a sus intereses, es decir, que terminan apoyando, dando su voto por fuerzas reaccionarias y opresoras. Esto ocurre por una heterogeneidad ideológica que permea a los sectores oprimidos.

Cuando hablamos de oprimidos, de sectores empobrecidos, no quiere decir que por conciencia innata su tendencia ideológica sea el estar en la izquierda, en las luchas por el bien común; puede ocurrir todo lo contrario, es por esto que cuando se habla de organización de base, urge estructurar los modos de la educación política masiva; de tal manera que la heterogeneidad ideológica se reduzca y se fortalezca una homogeneidad ideológica de resistencia; de ambicionar la toma del poder permanente.

Por eso un movimiento o partidos debe fortalecer la homogeneidad ideológica, que no es pensamiento único para nada, sino un camino común con sustento en lo que ha sido la lucha y cómo tomar y preservar el poder y las acciones concretas. Todo esto se traduce en lo que se conoce en el programa, la estrategia y la táctica de la organización. Sin programa histórico y actualizado, la organización es un gigante ciego; sin estrategia, es un gigante sin rumbo; y sin táctica, un gigante paralizado.

La homogeneidad ideológica es un requerimiento clave para la masa no organizada, diletante, para que pueda generar sus propias luces políticas con conciencia de clase. Esta tarea de organicidad del movimiento o del partido, que no son lo mismo, es vital tarea de las organizaciones, de sus miembros, de sus dirigentes, como de los intelectuales, pero no es exclusividad de estos últimos como se podría comprender erróneamente. Por eso las políticas públicas, que si bien son un modo de ser de la política, no es el único ni el más fundamental ejercicio político, en términos ideológicos, incluso, puede nutrir todo lo contrario a lo que se aspira como sociedad.

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