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Panas, ojo que el domingo es el Día del Padre, esa fecha del calendario donde recordamos y agradecemos al ser que, de una u otra forma, ha sido maestro, guía y respaldo a lo largo de nuestras vidas. Aún están a tiempo de planificar algo especial o, mejor aún, de entender que la gratitud no debería depender de un día marcado: siempre es buen momento para agradecer.
La Real Academia Española define a padre como “varón que ha engendrado uno o más hijos”. Pero todos sabemos que esa definición es apenas un punto de partida. Hay padres que no comparten sangre, pero cargan en sus hombros —muchas veces en silencio— los sacrificios, esfuerzos y decisiones difíciles que nos han permitido llegar hasta donde estamos. Para bien o para mal, somos en gran parte el reflejo de esas manos que nos guiaron.
Con los años, entendemos que no existe manual para ser padre. Es un rol que se construye todos los días, en el acierto y el error, con paciencia, amor, dudas y responsabilidad. Cada hijo, cada circunstancia, cada etapa, plantea un desafío distinto. Y no siempre hay respuestas claras. Lo único constante es la voluntad de estar ahí.
Pero ser padre es mucho más que un hecho biológico. Es acompañar sin invadir. Es enseñar sin imponer. Es estar presente incluso en la distancia. A veces es una madre que también asumió ese rol. A veces es un abuelo, una tía, un hermano mayor, un mentor o un amigo de la vida que decidió estar ahí cuando alguien lo necesitaba.
La ciencia misma lo reconoce: los estudios sobre paternidad han mostrado que el impacto emocional de un padre —o de una figura parental— en el desarrollo de un niño es determinante en su autoestima, su empatía, su capacidad de resolver problemas y hasta en su salud mental futura. Ser padre es, en el fondo, sostener cuando todo tiembla y empujar cuando hay que volar.
Por eso, panas, no hay que esperar al domingo. El mejor regalo para quien nos dio soporte es el agradecimiento sincero de manera cotidiana. Un mensaje, una llamada, un abrazo inesperado. A veces, lo más valioso es simplemente reconocer el camino recorrido juntos. Y, por supuesto, ¡feliz día para todos los padres, los de sangre, los de corazón y los de vida!