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Partiendo de datos del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional, ¿sabían ustedes que en este 2025 han existido nada más ni menos que 115 sismos (sí, los conté, panas), con un promedio de 23 al mes y, asombrosamente, 20 en lo que va mayo?
Y hablando de sismos, temblores (los que no provocan daños), terremotos (los que sí) y hasta megaterremotos (más de 8.5 grados), en diversas ocasiones las películas americanas nos han tenido al borde del asiento con tramas catastróficas provocadas por la erupción de “supervolcanes”, como el de Yellowstone, que según expertos podría oscurecer la Tierra desde dos semanas hasta varios meses, llevando al planeta a un “invierno volcánico”.
Si se quedaron con curiosidad, consulten sobre la erupción del Tambora (1815) o la del Toba (hace 74.000 años)… para quedarse locos.
Y para quedarse aún más locos, ¿sabían que tenemos nuestro propio supervolcán “a la ecuatoriana”, justo debajo de las provincias de Napo y Cotopaxi? Sí, panas que conocen lo bello, me refiero al supervolcán Chalupas.
El Chalupas es algo tan fantástico como poco conocido. Apenas descubierto en 1980, es un gigante dormido bajo los majestuosos páramos ecuatorianos, con una caldera elíptica de unos 16 km de diámetro que generó un anfiteatro natural rodeado de elevaciones.
Su última erupción —la mayor documentada en la región andina norte— fue en el Pleistoceno, hace 211.000 años, con una energía comparable al impacto de un meteorito y unos 250 km³ de ceniza, piedra pómez y lava que prácticamente extinguieron la vida en lo que hoy es Ecuador. Para comparar, la última erupción de Yellowstone expulsó cerca de 1.000 km³ de material, 4 veces lo del Chalupas. Aun así, nuestro Yellowstone ecuatoriano también tuvo potencial para erupciones de escala global.
Pero calma, que según vulcanólogos del Instituto Geofísico, el Chalupas está extinto o en un estado de reposo profundo: no hay manifestaciones geotermales ni temblores que indiquen movimiento de magma. Y si llegase a ocurrir algo —que enfatizo, es bastante improbable— un informe del geólogo Toulkeridis estimó la probabilidad de reactivación en este siglo en solo un 6 %. Por eso, es nuestro “gigante inofensivo”.
Así que, panas, la próxima vez que un sismo nos despierte en la madrugada, estemos conscientes de que lo que la naturaleza da, la naturaleza quita… y ante todo, ¡agradezcamos que aún no nos está llevando el Chalupas!
Hasta la próxima.