Ecuador, 20 de Mayo de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Roberto Follari (*)

Organizaciones indígenas, hay variadas

20 de marzo de 2015

Leo que el máximo dirigente de la Conaie ha roto un ejemplar de EL TELÉGRAFO en conferencia de prensa. No me cuesta imaginar que el gesto le será bienvenido en los medios hegemónicos, o -al menos- no es de esperar que allí sea criticado. Hace poco, en Argentina, Jorge Capitanich, por entonces jefe de gabinete del Gobierno nacional, rompió un ejemplar del diario Clarín, también en conferencia de prensa. Recibió unánime repulsa de la prensa opositora (presentó el caso como ejemplo de autoritarismo y de atentado a la libertad de expresión) e incluso de la propia, que entendió que se había promovido un hecho que perjudicaba la imagen del Gobierno.

¿Dirá algo parecido la prensa opositora al gobierno de Correa? Lo dudamos. Como sucede con estos medios, las cuestiones no se dirimen por si son buenas o no, verdaderas o no; se trata más bien, de si son desfavorables para el Gobierno -las que se toma como buenas- o si son favorables -en ese caso, se toman por malas-.

En cualquier caso, el Gobierno tiene el derecho de recibir a los dirigentes que quiera, le gusten o no a la Conaie. Y esta, por supuesto, tiene a su vez el derecho de discutir sobre la representatividad de esos dirigentes y de sus organizaciones. EL TELÉGRAFO, es obvio, como cualquier medio, tiene la potestad para mostrar reuniones del Gobierno con dirigentes de organizaciones, al margen de la opinión que ellos produzcan a otras organizaciones diferentes. En todo caso, es evidente que no todos los indígenas del Ecuador están representados en la línea opositora al actual Gobierno que presenta la Conaie.  Al respecto, Argentina ofrece hoy posibilidades para pensar. Una izquierda, a menudo irresponsable, ha tomado por ‘naturales’ los logros gubernativos de los últimos años, entre ellos la mínima o nula represión de la protesta social, o el cuidado por los derechos humanos. De tal modo, ha atacado al Gobierno igual que si fuera uno típico de las habituales derechas, y hasta alguna vez lo ha calificado absurdamente como ‘neoliberal’.

Como en aquella fábula de ‘El pastor mentiroso’, ven que el lobo puede venir en serio. Puede ganar el Gobierno la próxima elección presidencial de octubre, pero también podría ganar Macri, representante de la derecha proempresarial, que confesó haber preguntado a la CIA para establecer quién sería su jefe de Policía. Por primera vez esas izquierdas diferencian entre el Gobierno y la derecha ‘en serio’. Y se advierte que no tienen interés en volver al hambre, la desocupación, la dependencia total de EE.UU., y la represión  hacia las oposiciones políticas y los movimientos sociales (es de destacar que Macri está procesado judicialmente  por realizar escuchas telefónicas ilegales desde la alcaldía de la capital argentina).

Se trata de impedir el retorno de la derecha. Es que las izquierdas tienen legitimidad, si así lo entienden, para criticar a un gobierno con el que no coinciden en varios puntos; los agrupamientos sociales, como es el caso de la Conaie ecuatoriana; pero debieran hacer, como recién ahora empiezan a hacerlo en el país sureño. Allí se tiende a mantener la posición de estos sectores como autónoma, en vez de ir con la derecha o unirse a ella, para no ser furgón de cola de las políticas del stablishment. Porque cuando sectores que se dicen de izquierda hacen seguidismo, resultan funcionales a los designios de esos adversarios ideológicos, y colaboran al retorno de los mismos al más absoluto poder (aquel en que coinciden el poder político con el económico, el mediático y el geopolítico).

Contenido externo patrocinado