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El Telégrafo
Oswaldo Ávila Figueroa, ex docente universitario

Oposición no entiende el significado de solidaridad

07 de mayo de 2016 - 00:00

La solidaridad es un valor que ha recorrido la historia y el mundo y se ha presentado en los momentos circunstanciales, a manera de adhesión a las causas justas; y, principalmente, luego de terremotos, epidemias e inundaciones; y es por ese sentimiento noble que los afectados por los embates de la naturaleza resistieron, se superaron en la adversidad y pudieron seguir adelante. El solidario es generoso, fraternal y entrega todo de sí a quien lo necesita, sin exhibicionismo ni la espera de la recompensa.

El terremoto que asoló las provincias de Esmeraldas, Manabí y otros sectores de la patria despertó en el orbe el sentimiento de solidaridad universal, adhiriéndose al dolor de la tragedia y ofreciendo ayuda para mitigar los efectos del desastre, como nunca se ha hecho en casos similares. El gobierno del Buen Vivir, con la urgencia que la situación demanda, organizó y movilizó tareas de salvamento en las zonas duramente golpeadas por el sismo. Hoy, cuando ya se normalizan las actividades y se proyecta la reconstrucción, como paso final, articulistas de los medios privados y dirigentes de la derecha, alineados en la oposición, soterradamente, como es su costumbre, proclaman moratoria partidista y reconciliación nacional frente al proceso de recuperación del territorio maltratado, e insistiendo que todo depende del presidente Rafael Correa, según dicen, en lo que le corresponde, enterrar el odio, venganzas y las luchas fratricidas estimuladas desde el poder y los discursos sabatinos.

Como nunca, llegaron contingentes de ayuda de toda clase, a manera de lección de solidaridad continental; a diferencia de unos cuantos dirigentes de la derecha que aprovecharon la tragedia para abrir, disimuladamente, su campaña  electoral con el apoyo de los medios comerciales. Imágenes de los donantes, caravana de vehículos municipales con atractivos colores para exhibir donativos, no por solidaridad, sino como simple apertura a una propaganda proselitista.  Otro terremoto se registra, pero esta vez en el ámbito periodístico. Delegados de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), el Comité para Protección de los Periodistas(CPP), la Asociación Ecuatoriana de Editores de Periódicos (Aedep) y Fundamedios, todos unidos en la oposición al régimen de la Revolución Ciudadana, difunden dizque su preocupación por el deterioro de la libertad de prensa en Ecuador. A ello se suma la afirmación infundada de Freedom House, de que Ecuador es un país sin libertad de prensa. En el fondo, los medios mal llamados ‘independientesi y sus organismos se arman para apoyar a la derecha reaccionaria en su lucha contra el régimen socialista siglo XXI y su gran líder Rafael Correa, con proyección a la contienda electoral de 2017.

Tras la aparente tregua por el terremoto y su secuela, la prensa comercial decide intensificar la guerra mediática concediendo espacio a los enemigos del régimen con la consigna de rebuscar temas y supuestos errores para provocar escándalos y protesta pública, y con ello debilitar al régimen del Buen Vivir. Alianza PAIS responde y promete seguir en la lid hasta terminar el proyecto político del socialismo siglo XXI. El gran líder anuncia que marcha el plan de reactivación de la economía en zonas afectadas y la construcción de viviendas con el lema: “La vida tiene que continuar y no queda más remedio que seguir trabajando”.

El terremoto enseñó a entender el significado de solidaridad. Los auténticos donantes lo hicieron en silencio, en el propio sitio, compartiendo el dolor de los afectados; el otro, el farsante, busca exhibirse y convertirse en protagonista vanidoso con fines electorales. Dice Pedranzini: “Correa reflejó su liderazgo, en zonas afectadas, saliendo a las calles y a meterse en las entrañas del pueblo”. (O)

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