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Desde hace rato, todos los alineados en la oposición, incluida la llamada -erróneamente- prensa independiente, desesperadamente, arman estrategias, invocan a los desertores y a los sobrevivientes de la partidocracia a forjar urgente unidad, no para analizar o impugnar el programa de gobierno de Alianza PAIS, sino para enfrentar duramente el liderazgo de Rafael Correa Delgado, que se fortalece con el apoyo popular como el conductor del proyecto político nacional de la Revolución Ciudadana, que avanza, indetenible, ilimitadamente, hasta su consolidación definitiva.
La historia es pasado, irrepetible y selección de experiencias para no caer en los mismos errores, provocados, intencionalmente, que incidieron en el maltrato a los sectores pobres, en provecho de los grupos pudientes, que ahora añoran los días de atraco, festivos y de placer; pero no atinan el mecanismo y aplicación de instrumentos para rescatar espacios de la oprobiosa era neoliberal.
La oposición diseminada sigue fustigando sin parar al régimen del Buen Vivir y a su líder; culpan al Mandatario de los males heredados del pasado, casos de corrupción, de acaparar las funciones del Estado y hasta de los accidentes de tránsito y crímenes pasionales. La prensa comercial, que también se lamenta de la pérdida de credibilidad y circulación, alienta las ridículas protestas callejeras, concede coberturas a los provocadores de consultas sin sentido y deja entrever su preocupación como si fuera mañana la contienda presidencial de 2017.
Unos cuantos articulistas, comprometidos con la derecha política, no cesan en distorsionar acontecimientos para confundir a la ciudadanía y crear corriente adversa al gobierno socialista del siglo XXI e insisten, sin lograrlo, por la pugna de intereses y ambiciones, en la unidad de los grupos de oposición, según ellos, como la única opción para enfrentar y derrotar en todas sus aéreas de acción al Primer Mandatario; pero de otro, lado, guardan silencio respecto de las grandes obras materiales del régimen, el avance de las reformas sociales, la proyección de la gratuidad en educación y salud; principalmente, la enorme inversión para desterrar la extrema pobreza. Ventajosamente, con la instauración de los medios públicos, las cadenas y los mensajes sabatinos, se ha logrado un equilibrio desde varias ópticas en el tratamiento y difusión de los sucesos. En el campo periodístico se ha logrado atenuar el monopolio informativo y crítico de la prensa privada.
Recién comienza la lucha partidista por el lance electoral de 2017. La oposición, fraccionada y sin líderes solventes, insiste en una alianza férrea, pero no avanzará si mantiene a los mismos de siempre, a los desertores, a los falsos izquierdistas e indígenas ambiciosos. Una oposición altiva, beligerante y patriótica ayuda al proceso de cambio. En tanto, Rafael Correa confía, como siempre, en el diálogo abierto a todas las corrientes y prosigue en el proceso de cambio, apoyado por los ecuatorianos organizados con una nueva visión, concentrada en la construcción de una nueva sociedad, auténticamente libre y sin explotadores.