Todos de la oposición, sin excepción alguna, principalmente, los jerarcas, financistas y negociantes de la política, añoran el festín de la era neoliberal; el reparto del botín en cada resultado electoral; libertad para calumniar, especular, evadir impuestos, esconder dinero en los paraísos fiscales, controlar la justicia para cubrir delitos y abusos de los poderosos; y, en su desesperación por recuperar espacios en la administración del Estado y proseguir con voracidad su enriquecimiento ilícito, emprendieron, a manera de campaña preelectoral, la guerra definitiva con la intención de lesionar al gobierno de la Revolución Ciudadana y a su gran líder Rafael Correa Delgado, o en última instancia, con el apoyo mediático, promover el calculado golpe de gracia.
Suficiente con leer titulares de la prensa ‘independiente’ y observar las imágenes fotográficas y muecas de ciertos presentadores de noticias de la televisión privada para comprobar la estrategia solapada de esos medios, en su intento por desprestigiar al régimen del Buen Vivir y a sus aliados, proyectada a captar posiciones y resultados favorables en la contienda electoral 2017. Por ahora, como eje de la oposición, los medios comerciales, de forma permanente, fomentan plantones y marchas sin sentido, solo con el ánimo de abrir la senda de la campaña dirigida a lograr una mayoría parlamentaria. Pero, por fin, comienzan a entender, grupos sociales equivocados, que el derecho a la protesta no faculta a los saboteadores a cerrar carreteras, lanzar piedras y atentar contra la vida de los representantes de la fuerza pública. La resistencia no es pretexto para conspirar; es legal cuando se la ejerce de forma pacífica y sin abusos.
A pesar del fracaso de las recientes movilizaciones de la oposición por la falta de apoyo popular y sin poder de convocatoria, sus dirigentes atados al pasado insisten en otras acciones, seguramente en busca de alguna víctima para incendiar su protesta con el auspicio de cierta prensa privada; mientras columnistas de la derecha atizan de su lado, sin base y argumentos, que en el país se violan los derechos humanos, se persigue a periodistas, se criminaliza la protesta y que se debe terminar con el autoritarismo y la dictadura.
Se vive una etapa de urgentes decisiones, frente a la oposición, que aunque diseminada se vuelve agresiva, sin presidenciable único, temerosa de no alcanzar cupos suficientes en la asamblea, bastión que le queda, como esperanza para sobrevivir en el escenario político y seguir su tarea conspirativa. Como la oposición, pese al griterío de sus débiles dirigentes, se siente derrotada, no se descartan más acciones de violencia callejera y con ello crear presuntas condiciones golpistas.
Los líderes de Alianza PAIS han comprendido su misión: organización y adoctrinamiento de sus afiliados y el compromiso de mantenerse en alerta, para responder a los sediciosos y asegurar una nueva victoria electoral en 2017.
Con un pueblo organizado y dispuesto a continuar la contienda, es posible, sin contratiempo, terminar la gigantesca obra socialista siglo XXI, y despejar para siempre los intentos golpistas. (O)
