La oposición, con sus endemoniados matices, destila odio por doquier, contra el líder de la Revolución Ciudadana, Rafael Correa Delgado, e insiste en abrir otras vías para arreciar, intensamente, ya no en el trillado tema de la libertad de expresión, sino en el de la reelección indefinida presidencial y otros cargos de elección popular. Ahora, los de la orilla opuesta, se proclaman demócratas, protectores de las funciones del Estado; asómbrese, defensores de la soberanía popular y, en este sentido, promueven consultas, más consultas y recolección de firmas -en el fondo- para entorpecer el trámite y tratamiento legítimos de las enmiendas constitucionales presentadas por Alianza PAIS.
Con el avance hacia la legalización de las enmiendas, se estremece el escenario político y sus protagonistas se arman para la feroz contienda. De un lado, la derecha reaccionaria y sus aliados, convertidos por arte de magia, en demócratas, cuando, a espaldas de sus seguidores e ignorando consultas, negociaron espacios del poder político y cuotas de cargos. Y de otro costado, la firmeza ideológica del líder del Buen Vivir, que conociendo el poder y riqueza de los enemigos, proclama que todavía hay mucho por hacer para completar el proyecto político y con ello derrotar a los enemigos, causantes de la pobreza, pero el mayor logro hasta aquí ha sido recuperar la esperanza.
La crítica altiva de la oposición, el diálogo e incluso la concertación, son los mejores instrumentos para conocer los problemas en su profundidad, descubrir yerros y plantear acertadas soluciones; pero sin tomar en cuenta a personas de escasa prestancia y oscura trayectoria política. Lamentablemente, la prensa comercial y sus articulistas alineados en la derecha, a manera de motivación, ofrecen espacio a grupos políticos fracasados y sin influencia en la ciudadanía, como es el caso de Sociedad Patriótica que, con apoyo del extinto MPD y Pachakutik, alcanzó la Presidencia de la República. Al poco tiempo, el exmilitar pactó con sus enemigos y posteriormente fue derrocado, acusado de nepotismo y corrupción. Hoy sus escasos dirigentes a nombre de la democracia piden consulta cuando ayer no lo hicieron respecto de la base de Manta y del Fondo Monetario Internacional.
En coro sin armonía, los medios privados con sus analistas se han convertido en defensores de la democracia y se oponen a la reelección indefinida. Piden a gritos detener el proceso de las enmiendas constitucionales y que nos llevan, dicen, a la ‘dictadura perpetua’. Dictadura y democracia son vocablos opuestos. Democracia es una forma de gobierno en que la soberanía reside en el pueblo. El gobernante asume el poder mediante elección o reelección. La dictadura es un sistema en el que una persona o grupo de persona ejerce el poder sin límite. El dictador es generalmente un tirano y asume el poder por golpe de Estado y no por elecciones.
La derecha política pierde espacio en Ecuador y Latinoamérica e invierte todo su poder económico y mediático por detener el proceso de cambio, sin descartar los intentos golpistas. El régimen de la Revolución Ciudadana es el resultado del pronunciamiento del pueblo en las urnas y respeta las protestas callejeras dentro del marco de las leyes. Acoge el apoyo masivo a la reelección como otro triunfo a su gestión y de advertencia a la oposición que se moviliza en el caos sin sentido y dirección.