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El Telégrafo
*Fernando Falconí Calles

Operación 'Causa Justa'

13 de mayo de 2016 - 00:00

Es necesario recordar que Panamá surge como república el 3 de noviembre de 1903. Es separada de Colombia por la intervención directa de Estados Unidos. Una vez instalado el gobierno títere en la nueva republiquita, se reinició la construcción del canal el mismo que, una vez concluido, trajo como consecuencia la presencia militar estadounidense que garantizaba la intervención directa en los asuntos internos panameños. Desde el inicio, el gobierno de Theodore Roosevelt se había asegurado los derechos a perpetuidad de la vía marítima y de sus áreas adyacentes. Allí montaron sus bases militares y sus centros de instrucción, por donde pasaron miles de oficiales de las Fuerzas Armadas latinoamericanas que luego se convirtieron en dictadores de nefasta recordación.

El presidente George Bush padre no quería desaprovechar la oportunidad para que apareciera una ‘gran victoria’ política y militar sobre un ‘peligroso’ enemigo, pocas semanas después de la caída del Muro de Berlín. Por ello se preparó meticulosamente la invasión con dos objetivos: debilitar a las fuerzas de defensa que resguardarían el canal y sacar del poder al general Noriega, que se había vuelto desobediente y, por tanto, ya no era útil a los intereses geopolíticos del Pentágono. En la madrugada del 20 de diciembre de 1989 se inicia la invasión con un bombardeo previo a 27 objetivos militares, para anular cualquier posible respuesta del Ejército panameño. Se utilizaron armas -para la época- de última generación, como los aviones F 117 que no podían ser detectados por radar. Además, participaron 26 mil efectivos de unidades élite, entre ellas la 82 División Aerotransportada. Otros 12.000 hombres se encontraban acantonados en la extensa red de bases que Washington tenía en territorio panameño. No obstante, barrios populares como San Miguelito y El Chorrillo opusieron tenaz resistencia a los invasores, que habían sido persuadidos por sus jefes de que sería una operación fácil porque los pobladores los recibirían con flores y banderitas. No fue así. Los panameños, con sus Batallones de la Dignidad, defendieron heroicamente su tierra causando numerosas bajas a los invasores.

Los bombardeos indiscriminados a barrios civiles provocaron numerosas muertes. Se calculan 4.000 las víctimas de este genocidio. Cinco mil fueron detenidos y 20.000 personas perdieron sus hogares que quedaron en escombros. Muchos cadáveres fueron incinerados; otros sepultados en fosas comunes. Los civiles muertos en esta invasión fueron considerados por el gobierno de Bush como ‘daños colaterales’. Esta operación militar produjo pérdidas calculadas en 3.500 millones de dólares. Hubo también una pérdida directa de 15.000 empleos que, sumados a los 60.000 perdidos en 1988 por las sanciones económicas impuestas precisamente por Estados Unidos, la cifra alcanzó el 30%. Como si no fuera suficiente este terrible panorama, hay que sumar el trauma psicológico que sufrieron miles de panameños que vieron destruirse sus casas, empleos e instituciones sociales que daban seguridad a su existencia. La inseguridad respecto al futuro del núcleo familiar configuraba también el denominado ‘trauma de la invasión’.

Luego de 27 años de la invasión armada, aparecen los ‘Panama Papers’ auspiciados por Washington. Se trata, al parecer, de una invitación para que los capitales y empresas offshore que ahora están en el istmo invadan los cuatro paraísos fiscales que tiene Estados Unidos: Wyoming, Nevada, Delaware y Florida. (O)

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