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Ojo tuerto

21 de agosto de 2012

Hacer una nota usando solo fuentes que se abrazan en una tendencia, extremista, de derecha, sin siquiera simular los prejuicios y la subordinación a lo establecido, es una de las peores lecciones de periodismo.

Paúl Mena Erazo escribe desde Quito para el diario El País de España. El tema Assange lo ha desbordado, incapaz de contener su animadversión a Rafael Correa, expresada en las voces de actores políticos que no pueden más con su odio a la Revolución Ciudadana, dice cualquier cosa: varios analistas, se usan dos que de imparciales, rigurosos tienen poco y son tan rancios como Leo Marini.

Pero cualquier cosa puede servir con tal de descalificar a Correa, que solo quiere “lavar su imagen” después de los enfrentamientos “con los principales medios privados del país”. Así que desde hace tiempo Assange y Correa son muy afines, y el australiano le está dando una manito a este simpático mandatario que hoy aparece por todos lados, recibiendo expresiones de respeto, incluso desde el exterior.

Por supuesto que hay gente que no está de acuerdo con Assange, he escuchado a una señora que decía que era el colmo que se proteja a un violador. Es así como se construye la opinión pública, con medios que amplifican tinglados repletos de trampas. No sabemos qué sucedió con Assange y esas dos mujeres suecas, pero gracias a ciertos medios ya no cabe otra que condenarlo.

Si Mena intentara algo un poquito serio habría recogido también las otras voces, esas que han mirado con simpatía lo que Assange destapó: el sórdido funcionamiento de la secretaría de Estado de los Estados Unidos. No, en su trabajo no se puede contradecir la estricta disposición editorial de un medio, El País, así que hablar de libertades, en esas condiciones, resulta quimera.

El corresponsal, además, se extrapola, su contexto ya no es ecuatoriano, ya no le pertenece. Escribe para un periódico de afuera y debe responder a otras lógicas, esas que miran a una parte de América Latina con mucho desprecio. Coincide que ese ojo tuerto sirve para analizar solo a los gobiernos que están aplicando, en sus programas, muchas reformas e intentando abatir inequidades.

Cada día va quedando más claro: de periodismo, muy poco; de intereses económicos, casi todo. El periodismo entonces deviene gran megáfono, como cuando al circo éramos convocados. La crítica no cabe en el espectáculo.

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