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Ahora el escándalo es porque Evo Morales le regaló un crucifijo al papa Francisco I. Claro que se trata de un crucifijo particular: Jesús está clavado en una cruz que tiene la forma de la hoz y el martillo, conocido símbolo del comunismo.
Como ahora la vida se organiza desde las redes sociales, aunque no se quiera, toca leer de todo. Toca leer, por ejemplo, que ese regalo fue una falta de respeto para el Papa. ¿Por qué, nos preguntamos? ¿Por qué es una falta de respeto regalarle al Papa la figura de Cristo crucificado en el símbolo del comunismo? La gente no explica mucho por qué le parece una falta de respeto, cuando se la confronta o se le explican ciertas cosas, pero no se baja de su opinión. Es una falta de respeto. Casi como darle una cachetada en la mejilla.
Volvemos entonces a revisar esas inveteradas costumbres de la humanidad de por estos lados del mundo. Los sistemas de creencias inamovibles están ahí, no importa que no sean verdad: Catolicismo y Comunismo son enemigos. Y ya. Regalarle semejante cosa al Papa es una falta de respeto, hasta de educación. A nadie se le ocurre indagar de dónde viene esa enemistad, o si realmente el catolicismo y el comunismo son tan antagónicos como se dice, y peor si realmente es una falta de respeto regalarle un crucifijo ‘comunista’ al papa Francisco.
Y no le hace que se argumente que en realidad, según rezan algunos capítulos de la historia, una de las más antiguas comunidades estrictamente comunistas que existieron en la historia de la humanidad fue la comunidad cristiana, los primeros cristianos. Y promulgada por su fundador, quien pedía a los que lo querían seguir sinceramente que vendieran todos sus bienes, los repartieran entre los pobres y solo entonces lo siguieran. Claro que sabido es que el cristianismo en nuestros días se interpreta según el interés de cada uno. Y peor los evangelios, que dicen un montón de cosas que a casi nadie le interesa cumplir. Veamos, si no, esa partecita del Sermón de la Montaña, donde se dice que hay que amar a los enemigos y orar por quienes nos persiguen, porque amar solo a los que nos aman no tiene ningún mérito. Por otro lado, sabido es que Jesús siempre estuvo del lado de los marginales y de los despreciados de la sociedad, de los pobres y de los oprimidos.
Parecería que muchos de estos comentarios y confrontaciones no son un problema político ni religioso: son un problema de pereza mental. De falta de espíritu indagador, de manipulación, y en últimas, de pequeñez de corazón. (O)