Mira, el balcón de los Andes, está de fiesta. Tardón, novillo de bomba, chamiza, misas a la Virgen, bandas de pueblo… El país profundo, que requiere ser recorrido para entender que el turismo es también un encuentro con lo que somos. La población se encuentra en Carchi, por el desvío a Mascarilla, en el Valle del Chota, a tres horas de Quito.
La fiesta popular no distingue jerarquías: el mundo está al revés. Es la oportunidad del encuentro y de la alegría: el momento de agradecer a la tierra por las cosechas, con reminiscencias de antiguos rituales, que hermanan a los humanos. En Mira, como en todas las partes del país, las celebraciones están íntimamente relacionadas entre lo religioso y lo pagano.
Una amante de esta tierra es Rosa Cecilia Ramírez, investigadora de la cultura popular que incluye dichos, canciones, leyendas, adivinanzas. En su libro Memorias de Mira nos cuenta acerca de una de las fiestas más impactantes, el lector ya verá los motivos. Esto porque la noche de las vísperas de la fiesta de la Santísima Virgen de la Caridad (sábado) se realiza la lidia del novillo de bombas.
El novillo es un toro, al cual le colocan cachos postizos, a los que anticipadamente ponen mechones hechos con trapos, cera y sebo. Esta configuración constituye las llamadas bombas, con una referencia similar a las bombas de agua del carnaval, más que al ritmo musical afroecuatoriano también llamado bomba.
En su obra señala que los priostes tumban al toro, lo amarran en un palo y realizan la ceremonia de la colocación de las bombas. En medio de la tensión del toro acostado, se encienden estas bombas, previamente regadas de material inflamable. El toro brioso es soltado, pero está sujeto con largos cabestros, conocidos como vetas. Hay que tener pericia para el efecto. Por eso, además de los priostes, están los personajes que han participado durante muchos años en esta fiesta y tienen los conocimientos para evitar una tragedia, aunque a veces ocurre. Esta labor, en muchas ocasiones, ha sido heredada de padres a hijos.
Los jóvenes toreros incitan al animal para que corra tras ellos y de esta manera desafiar el peligro y poner en juego la velocidad del novillo y de los toreros. También existen los espontáneos que causan pavor entre la multitud, pero también risas, ante el inminente peligro.
Paulo de Carvalho Neto escribía en 1976: “Hasta el toro embombado tiene relación con el catolicismo, aunque remota, pues se trata de una reminiscencia de la guerra entre moros y cristianos”. (De hecho, en algunos pueblos de España se realizan fiestas similares de esta tauromaquia con fuego. Al parecer, es únicamente en Mira, para el caso de Ecuador, donde se realiza esta fiesta que contiene magia y, por la presencia de la chamiza, rituales paganos que son una celebración de la vida. Como se sabe, el fuego, como la fiesta del solsticio, es un ritual de renovación al final de las cosechas.
No hay que olvidar probar en Mira el famoso tardón, una bebida potente, justo antes de que los relatos de las brujas voladores inicien. (O)
