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El Telégrafo
Sebastián Endara

Nos amaestran, no nos educan

15 de octubre de 2021 - 00:00

No nos educan, nos amaestran. ¿Cuál es la diferencia? Muy seguramente la diferencia radica en un tema tan simple como nuestra posición frente al poder. Amaestrar implica, de manera singular, la enseñanza del cumplimiento de una instrucción de la manera más depurada y perfeccionada posible. Es el desarrollo de una competencia y de varias destrezas que buscan cumplir la orden. Naturalmente en este esquema se tergiversa lo que parece una habilidad autónoma pues no hay autonomía cuando el poder coincide con la libertad, como lo muestra Byun-Chul Han. En el fondo del amaestramiento está la dominación, el amansamiento, la docilidad y desde luego la represión, calificando las conductas y la disciplina en concordancia con una determinada idea de orden.

Entonces, el amaestramiento en términos plurales implica la generación de una forma particular de producirnos, de reproducirnos y lo más importante, de gobernarnos. El amaestramiento no cree en una auténtica democracia, sino en una democracia represiva, que no busca la complejidad, sino ser ejecutiva y jerárquica donde la participación del sujeto político, el ciudadano, se remite al cumplimiento de sus deberes. El amaestramiento se sofistica e incluye términos como “pensamiento crítico”, para formar un ciudadano crítico que no existe. La criticidad de esa crítica está vaciada de contenido, ha sido previamente depurada de sus contenidos insubordinados, despojada en todo caso de sus implicaciones políticas.

Y los primeros amaestrados son los amaestradores, sí, los docentes que reproducen con candidez esa idea de que la educación es neutral y aséptica, y que nada tiene que ver con la política ni con la ética, ni con la transformación del mundo. Los docentes amaestrados para aceptar sin cuestionar forman nuevos líderes amaestradores y ciudadanos capaces de aceptar sin cuestionar, no solo la incertidumbre y la precariedad, sino la posible destrucción del mundo a la que nos somete el sistema capitalista. Los docentes amaestrados, pasivos, buenos, civilizados, creen en la imaginación y la capacidad de emprender. Creen y hacen creer en los sueños de un futuro mejor dentro y solo dentro del orden imperante. Esa es su misión, lo hacen bien y hasta podríamos decir auto-mática.

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