Quito en octubre de 2019 vivió concretamente una pesadilla, los habitantes de la Capital del Ecuador, literalmente fueron sitiados por el miedo, que surgía de un tsunami de movilizaciones que iniciaron el 2 de ese mes y año, luego de que el gobierno de Lenin Moreno, de antecedentes correistas y sospechoso triunfo en las urnas anunciara un paquete de medidas económicas para palear el desastre económico en que su mentor el prófugo de la justicia Correa había dejado al país.
Las manifestaciones que llegaron hasta el 13 del señalado mes se convirtieron en una cadena de desafueros y violaciones a los derechos constitucionales de todos los que no manifestaban, que ansiaban trabajar, movilizarse, no quebrar en sus negocios, paz y no más agobios, que al final los violentos protestantes trajeron a Quito y esparcieron por todo el país.
Actos delictivos se sucedieron, desde el secuestro de periodistas, policías, ataques a cuarteles militares, como si en tierra de nadie se viviese, y para el colmo el ex alcalde de Quito, ahora destituido no tuvo una actitud frontal, decidida, resuelta en defensa de la ciudad, entonces, la misma pese a las intervenciones de la fuerza pública, quedó en la indefensión. Sumando a esto, la politiquería mal sana, llena de venganza, que correistas llegados al poder, atizaban para empeorar la situación y acometer en contra de Lenin Moreno, a quien habían llevado al poder aspirando sea una especie de títere, al que podrían manipular desde algún ático.
Nuevamente en octubre, prácticamente los mismos actores de los movimientos desestabilizadores del año 2019, intentan repetir la receta, y llevan a cabo un “paro nacional”, forzando a los que no los respaldan a cesar en sus actividades, se toman para ello carreteras, tiran árboles en los caminos, protestan con violencia, no dialogan, pretenden imponer al gobierno del Presidente Lasso sus condicionamientos , con el novedoso apoyo, de los social cristianos, declarados opositores del actual presidente, que apenas lleva en funciones, 6 meses días mas o menos.
La concertación en contra de Lasso, ha unido el agua con el aceite, ha dejado en el medio resentimientos surgidos de frases tales como : “Recomiéndeles que se queden el páramo” dicha por Jaime Nebot u otras de Correa dedicadas a los indígenas cuando los reprimía y que la Conaie protestaba, conste el siguiente repertorio: “emplumados”, “ponchos dorados”, “tira piedras”, “des ubicaditos” “adefesiosos” “ridículos” “siki ñawi”( tomado de https://conaie.org/2015/09/24/conaie-rechaza-violencia-racismo-discriminacion-sistematica-que-enfrentan-las-organizaciones-sociales-y-sus-dirigentes/)
La apertura al dialogo del presidente Lasso, luego de los gobiernos con tinte correista es una forma democrática, civilizada, constitucional y prudente de gobernar. A esos diálogos propuestos, los líderes del llamado “paro nacional” que se ha iniciado el 26 de octubre 2021, han hecho de oídos sordos, ninguna acción del gobierno ha sido considerada por el Señor Iza y sus huestes como válida para no someter al Ecuador a situaciones de violencia y desencuentro.
Debe saber el señor Iza que el término pueblo, significa: “Conjunto de personas que vive en una población, región o país determinados.” y por tanto somos todos, no solamente los que él dice representar y que en el país lo que el pueblo mayoritariamente reclama es trabajo, seguridad, paz social, que le permita salir adelante. No tiene derecho constitucional, ni legal, el mencionado señor Iza, ni sus activos aliados políticos, tangenciales o permanente a paralizar al Ecuador.
Caducos sindicalistas, obsoletos en ideas, cultores del trasnochado enfrentamiento entre empleadores y trabajadores aúpan, ahora que el Ecuador requiere de fuentes de empleo, el desencuentro. A ello se suman acciones desatinadas del CAL legislativo que ha demostrado inquina en contra de los proyectos enviado por el presidente, alguno de los cuales, sin tener base constitucional lo “devolvió” dicen que después de haberlo leído, de forma dinámica sería por el volumen del texto y la velocidad de la devolución.
A la intemperancia, al abuso, al insulto del autócrata ahora prófugo, los gestores de los dos paros de octubre 2019 y 2021, le han puesto una marca: el olvido, nada les hizo, la memoria es mala. A la actitud democrática, tolerante, de Lasso, la respuesta es tajante y desafiante, no razonada.
Las protestas tienen un marco constitucional y legal, han de llevarse sin atropello a los derechos de los que no se suman a ellas o a su forma. Las fuerzas del orden, la justicia, dentro de lo previsto en la Carta Suprema, tienen que actuar para impedir el vandalismo, o cualquier forma de terrorismo o sedición.
Los que reclaman con violencia y fuerza, en el Estado, legítimamente, encontraran respuestas. La ley es para todos y, tiene previstos los mecanismos para que no sea el país arrasado por la anarquía y el complot político que intente romper la democracia.