Permítanme traer un tema delicado de la actualidad nacional, cien veces más importante que el fútbol, para hacer una analogía. Se dice que hacer leyes más fuertes va a corregir aspectos relacionados con la seguridad ciudadana y la violencia. Y eso no es verdad. Leyes no faltan, las carencias van por otros lados: educativas, sociales... en fin.
En el fútbol pasa lo mismo. Cuando hay incidentes como el de LDU Quito - Emelec se clama por normas más fuertes, que disuadan a los jugadores de entreverarse en tánganas que deslucen el espectáculo deportivo. Lo cierto es que las normas existen y son fuertes. Dos meses de sanción, más aún en esta época del año, sacan al futbolista de una etapa definitiva. El problema es que las sanciones terminan siendo papel mojado.
Liga Pro ha entregado a la Cámara de Comercio de Guayaquil y su Centro de Arbitraje y Conciliación la posibilidad de resolver las incidencias disciplinarias dentro del torneo. En teoría, en la rigurosa teoría, esto sonaba muy bien. Yo sí me acuerdo cómo procedía la Comisión Disciplinaria de la era Chiriboga, que como una sastrería emitía fallos al gusto y talla del cliente. Eso ya no podía pasar.
Sin embargo, aunque la Cámara de Comercio de Guayaquil no ha caído en lo de la Comisión Disciplinaria de la FEF, la entidad da síntomas de un manejo no muy eficaz. En el caso reciente de Liga y Emelec, bajó las sanciones y las volvió imperceptibles. Mérito, sin duda, de la habilidad de los abogados, sobre todo los de Emelec. Sin embargo, ahí quedó en evidencia la escasa fortaleza del organismo disciplinario.
Esto, y anteriores fallos (caso Onofre Mejía y Santa Rita) que dejaron al organismo mal parado ante el TAS, hacen presumir que la Cámara de Comercio no responde a una nueva dimensión de justicia y legalidad. ¿Cuál es la salida? Jueces independientes, sí. Pero dentro del microclima del fútbol.
Como en la vida, no es falta de leyes: es la forma de aplicarlas.
