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El Telégrafo
Ramiro Díez

Historias de la vida y del ajedrez

Morir en el Vaticano. ¿Por qué?

18 de febrero de 2016

Morir en los aposentos del Vaticano, a tiros, no sucede todos los días. Pero sucedió. Y no fue una víctima. Fueron tres en un confuso incidente que no se recuerda mucho y que nunca fue aclarado. Sucedió en mayo de 1998 y todavía quedan varios misterios.

Una de las víctimas era Alois Easterman, férreo integrante del Opus Dei, al que pocas horas antes el Papa Woytila lo había nombrado Comandante del Ejército Pontificio. La otra persona, Gladys Meza Romero, su esposa, exmodelo venezolana. Y el supuesto asesino, que apareció como si se hubiera suicidado, era Cedric Tornay.

La explicación dada por el Vaticano fue simple: el joven Tornay, invitado al departamento de su comandante en horas de la noche, había enloquecido súbitamente, asesinó a la pareja y luego se suicidó.

Pero hay muchas preguntas. ¿Por qué, por primera vez en la historia el cargo de Comandante general del Ejército Papal estuvo vacante más de un año? ¿A qué invitó el Comandante General, que llevaba horas de nombrado, a un joven oficial, a las nueve de la noche? ¿Por qué el matrimonio lo recibió de manera informal en su pequeño estudio? ¿Por qué la esposa vestía unas mallas que no eran las más apropiadas para atender visitas? ¿Por qué la supuesta monja vecina oyó tocar la puerta pero jamás ni ella ni nadie escuchó cinco disparos que hubieran alarmado a varias cuadras a la redonda? ¿Por qué la puerta del departamento estaba abierta? ¿Por qué había sobre una mesa cuatro vasos usados, que desaparecieron de la escena del crimen?¿Por qué el supuesto asesino murió de un disparo en la boca, con orificio de salida posterior, pero no cayó hacia atrás, sino de bruces? ¿Por qué estaba su poderosa pistola Sig 75 bajo su cuerpo, entre las piernas? ¿Por qué se prohibieron las autopsias y la policía italiana no pudo investigar?

Y más misterios: El Vaticano afirmó que una hora antes del crimen, Tornay, el supuesto asesino entregó una carta a un amigo y le dijo: “Esto es para mis padres, si algo me pasa”. ¿Por qué la madre dijo que esa carta no la pudo haber escrito su hijo? ¿Por qué, el nuevo Comandante General del Ejército Papal ordenó honores militares para el supuesto asesino del anterior Comandante, cuando el protocolo exigía que hubiese sido degradado post-mortem y declarado traidor?

No más preguntas. De manera milagrosa, la declaración oficial del Vaticano explicó todo cuando dijo que aquello había sido “Un arrebato premeditado de locura”.

En ajedrez, a diferencia de la vida, está siempre claro por qué se quiere matar al otro:

                                                      DxP jaque, no hay salvación, y todo queda claro

Cedric Tornay, el supuesto asesino y suicida. Gladis Meza y su esposo Alois Easterman.
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