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Lo más absurdo y criminal es que los más ricos causantes de la pobreza y la destrucción del planeta engañen y convenzan a sus víctimas para que crean que son sus salvadores. Qué demagogia más ruin es que los más ricos desarrollen la ilusión en los más pobres de que, para tener la esperanza de ser ricos en el futuro, deben salir a luchar a las calles, ser carne de cañón y tontos útiles, defendiendo los intereses de sus explotadores en el presente.
Es ofrecer que los miserables y pobres se coman el cartón de suculentos menús en el presente, mientras los más ricos se comen la comida en los restaurantes más caros. Los verdugos de la explotación de la mayoría de las personas, comunidades y pueblos, quieren convencer a sus víctimas para que voten en las elecciones y luego se los castiga con reducción de salarios, recortes en la jubilación, en los servicios sociales que benefician a los más ricos y los banqueros. Siento vergüenza ajena y pena por los arribistas, adulones y sirvientes, que se identifican ideológicamente con los más ricos, que con sueños y delirios de grandeza y muy poco dinero gritan y patalean en su defensa como si fueran ellos.
En cualquier comunidad o país, si tu patrimonio se encuentra en el 0,1 por ciento más alto formas parte de los más ricos. Si tus bienes se encuentran en el grupo del 0,2 al 10 por ciento, perteneces al grupo de los ricos. Si recibes una herencia de 200.000 dólares, algo muy poco frecuente, debes pagar relativamente pocos impuestos. Si en tu familia la posible herencia es inferior a 200.000 dólares, lo que para la mayoría de la clase media no es frecuente, no tienes que preocuparte, pagarás prácticamente nada. No te dejes utilizar por los más ricos que quieren que luches por el grupo de ellos, del cual, en lo económico, no formas parte.
No ha existido, existe ni existirá nunca ninguna persona que trabajando sola, con el sudor de su frente y de su cuerpo, pueda ser rica, muy rica y reunir una inmensa fortuna. Siempre se requiere de la participación de muchas personas, y mientras sean más, garantizan su mayor riqueza. Mientras mayor es la riqueza, existe más sospecha de sobreexplotacion de las personas y la naturaleza.
¿Conocen a alguien con mucho dinero o patrimonio que haya dispuesto en su testamento que -por lo menos- la tercera parte de sus bienes sea entregada a los más pobres? Personalmente no conozco a ninguna persona, pero existen como excepción. No es obligación hacerlo. En cambio, en las sociedades más avanzadas, el Estado asume la obligación de atender y servir a los más pobres, miserables y necesitados. ¡Pobre sociedad que dependa de los más egoístas, egocéntricos, ladrones, avaros y enemigos del servicio público! El pueblo se moriría de hambre y en ruinas si dependiera de sus explotadores. De acuerdo con José Gervasio Artigas “los más miserables deben ser los privilegiados”. En las sociedades inequitativas la riqueza es un insulto a los más miserables y pobres e irrespeto a la dignidad y la justicia.
Cómo me gustaría que los más ricos, los grandes banqueros, y más todavía cuando participan en política, puedan practicar lo que Rabindranath Tagore se reclamó a sí mismo: “Llevo dentro de mí mismo un peso agobiante: el peso de las riquezas que no he dado a los pobres”.
Poco se puede esperar todavía de la humanidad cuando tres de los más ricos tienen más ingresos que cien países juntos y que proporcionalmente los ricos son los que menos impuestos paguen. En las sociedades inequitativas al Estado le corresponde redistribuir la riqueza.
Merece terminar con una frase de Albert Einstein: “Estoy absolutamente convencido de que ninguna riqueza del mundo puede ayudar a que progrese la humanidad. El mundo necesita paz permanente y buena voluntad perdurable”. (O)