En Quevedo sucede algo similar a lo que le aconteció a León Roldós cuando corrió por la Presidencia en 2006. Meses antes de la inscripción de su candidatura las encuestas ubicaban a Roldós como ganador. Ya en campaña empezó a caer en las preferencias y terminó en cuarto lugar en la primera vuelta. Ahora se atiende un símil con la candidatura de John Salcedo para la alcaldía de mi ciudad. Salcedo corre con el patrocinio de un movimiento local en alianza con los socialcristianos.
El exalcalde (2009-2014), derrotado hace 5 años intentando reelección, ha pasado los últimos días desplegando una defensa que vierte más temores, entre sus seguidores, de los miedos que busca revertir. Sus redes sociales y entrevistas van cargadas de pueriles argumentos buscando contrarrestar serios cuestionamientos contra él. Hecho que va más allá de la defensa de su nombre y se entendería producto de algo que se reconoce, incluso desde su entorno: su candidatura, tras alcanzar sus picos más altos en octubre y noviembre pasado, manifiesta constante descenso. Aquello en razón de varios elementos.
Uno de los más fuertes, su cuestionada administración, línea argumental de las críticas en su contra. Otro elemento es el resultado actual de su dependencia crónica a un partido o figura fuerte dentro de sus afiches electorales. Situación que lo volvió partícipe de la canallada política de la dirigencia provincial del PSC contra el empresario Daniel Manobanda, en su afán de alcanzar, en esta ocasión, el afiche junto a Jaime Nebot.
Ahora, evaluando los antecedentes del referido candidato a la alcaldía de Quevedo, ¿electoralmente le ayuda Nebot si este le toma su mano, cuando en esa mano se atiende aún las huellas de Rafael Correa, todas y en todos los sentidos? ¿Cuando mi ciudad hasta hace poco lo escuchaba diciéndose políticamente un acérrimo izquierdista y hoy resulta convencido derechista? Como dicen los mayores: “Lo que mal comienza, mal termina”. Refrán que encierra otro de los miedos de Salcedo. (O)
