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Padre Pedro Pierre

Menos bienes para más relaciones

27 de julio de 2016

¿Creemos que los cambios van a venir desde arriba? Más bien se va generalizando la certeza de que, si queremos cambios significativos, tanto en nosotros como en nuestro país, estos tienen que comenzar desde nosotros y desde las bases. La política vigente se revela cada vez más incapaz de llevarnos a un crecimiento integral y armonioso. Muchas reformas se han hecho en estos últimos años; cambios materiales sobre todo, y necesarios. Pero parece que poco hemos crecido en conciencia crítica, en convivencia más fraterna y justa, en defensa de la naturaleza, en desarrollo de una espiritualidad liberadora.

Si somos atentos, vamos a descubrir que están surgiendo por todas partes pequeños grupos en todas las edades que deciden “vivir lo que soñamos para nosotros y para todos”. Personalmente, entre los valores que propugnan estos grupos, me ha llamado la atención la afirmación siguiente: “Menos bienes para más relaciones”. Me parece una buena orientación para lograr cambios verdaderos en lo personal, familiar y social en sentido amplio.

Menos bienes. Pronto nos damos cuenta de que, en la medida en que nos llenamos de cosas y bienes, no necesariamente nos sentimos más felices. Más bien nos invade un vacío; las relaciones pasan al segundo o tercer lugar; el individualismo nos domina. Además, al tener siempre más y más nos hacemos más agresivos y violentos porque pensamos que todo esto es exclusivamente nuestro y que nadie tiene que ver con lo que hacemos y decidimos. Hasta va desapareciendo toda preocupación religiosa que nos relacione con un dios padre de todos y defensor de los más pobres: eso más bien nos parece de lo más absurdo, y buscamos en la religión una justificación de nuestro egoísmo y falta de compartir. Muchos bienes limitan nuestra libertad, fraternidad, espiritualidad y capacidad de construir una sociedad de iguales oportunidades para todos.

Más relaciones. Las propagandas que nos asedian nos invitan a aislarnos y a trabajar por unos placeres de segunda categoría y nos crean un mundo pequeño donde escasean los valores humanos. Se adueña de nosotros la mediocridad. Entonces, se nos exige una conversión hacia más, mayores y mejores relaciones. Solamente juntos podemos cambiar y lograr una vida más plena para nosotros, nuestra familia, nuestro entorno y nuestro país. Somos fundamentalmente seres de relaciones; nos desarrollamos mediante las relaciones; somos verdaderamente eficaces si somos organizados y activos colectivamente.

Tal vez vamos a entender lo que nos propone Jesús: “Carguen con mi yugo… Pues mi yugo es suave y mi carga ligera”. Jesús no nos promete una vida fácil: seguir sus propuestas va a ser una carga… pero será una carga menos pesada que la que vamos a elegir nosotros si nos dejamos ganar por la acumulación de cosas y de bienes. La comparación del yugo deja entender que esta carga no la llevamos solos, sino con otro -él mismo-, con otros, con un grupo, una comunidad, una organización. Estas relaciones nos van a hacer más fuertes y más exitosos. Así abrimos el futuro a la esperanza. (O)

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