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El Telégrafo
Fander Falconí

Medallas y monedas

24 de agosto de 2016 - 00:00

Suele creerse que los países que ganan más medallas olímpicas son los países más poblados y con mayor ingreso económico. Más gente, más posibilidad de escoger; más plata, más posibilidades de formarlos bien. A primera vista así es y el hecho de que en la olimpiada de Río de 2016, por ejemplo, Estados Unidos, Gran Bretaña, China, Rusia, Alemania, Japón, Francia, Corea del Sur, Italia y Australia hayan sido los triunfadores parece confirmar tal suposición.

Pero como toda generalización en la vida, tiene sus excepciones. Si tomamos el caso latinoamericano, esperaríamos que Brasil (el país más poblado y el de mayor ingreso de la región) tuviera más medallas que los demás. Y en efecto fue así. No obstante, Cuba obtuvo la mayor cantidad de medallas en América Latina, después de Brasil (por cierto, Colombia fue una revelación en pesas, atletismo y bicicleta). La isla caribeña no es el país más poblado y tampoco, en términos comparativos, su economía es la más fuerte de la región. ¿Qué se necesita para ganar, a más de población e ingresos?

En primer lugar, la igualdad de género. La participación femenina en los deportes, en igualdad de condiciones con los hombres, duplica las posibilidades de un país para ganar medallas. Luego está el fomento al deporte. Claro que no basta una entidad que funcione en el papel; hace falta encontrar talentos, entrenarlos y darles todos los estímulos posibles.

Se supone, antes de nada, que la población esté bien alimentada desde la infancia, que tenga derecho a la salud y que haya acceso universal a los espacios deportivos. Es verdad que la exclusión empieza en la infancia y que ahí está la raíz del problema. El premio Nobel de Economía James Heckman sostiene que las medidas que se aplican a los niños desfavorecidos durante los primeros años de vida ofrecen ‘retornos’ muy superiores a las intervenciones posteriores. Un buen ejemplo es la inversión sostenida en educación inicial. Esto implica construir capacidades humanas en forma sostenida, de acuerdo con las dotaciones (propias o con el apoyo de la acción pública), según otro laureado en el Nobel de Economía, Amartya Sen. De esta manera, los funcionamientos (las cosas que uno puede hacer o ser) de las personas se pueden convertir en capacidades humanas.

Existe otro ingrediente: la especialización. Así como el mismo basquetbol se inició como un deporte de interiores, para regiones con inviernos muy largos, cada país debe hacer un examen de sus fortalezas y debilidades. Ya sabemos que esto ha funcionado: Kenia y Etiopía, en carreras de resistencia; Jamaica, en carreras de velocidad; y Cuba en boxeo.

La clave talvez sea + ICE: + Igualdad de género para incluir más mujeres en las delegaciones, + Construcción de capacidades humanas con ayuda económica y + Especialización. En este último punto tendrían que hablar los expertos. Ecuador demostró que tiene potencial en varios deportes. Por ejemplo, en boxeo; el cuarto puesto de nuestra pesista Alexandra Escobar es valioso, al igual que la participación de Neisi Dájomes. En atletismo también hay buen potencial.

Las medallas y los trofeos son importantes, no solo para el mismo deporte: son motivadores excelentes de autoestima colectiva y publicidad para el turismo. Cuando gana un país poco conocido, ¿acaso no corremos a ver el mapa? (O)

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