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El Telégrafo

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Fander Falconí

#LuxLeaks

10 de diciembre de 2014

El Gran Ducado de Luxemburgo es el epicentro de un escándalo mundial. El Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) ha divulgado que 340 multinacionales suscribieron acuerdos secretos con el Gobierno de Luxemburgo, a fin de evadir impuestos en otros países. Estos documentos son conocidos como los LuxLeaks.

En el momento de los acuerdos (en el período 2002-2010), Jean-Claude Juncker era primer ministro y ministro de Finanzas en Luxemburgo. Desde el 4 de noviembre de este año, Juncker preside la Comisión Europea.

Luxemburgo, con 2.586 kilómetros cuadrados y casi medio millón de habitantes, es un país pequeño. Es uno de los pioneros de la integración regional. En 1921 fue firmado el tratado que creaba la unión económica belga-luxemburguesa, mediante la cual se quitaba toda barrera económica, y las monedas de los dos países quedaban con una tasa de cambio fija. En 1944, en plena Segunda Guerra Mundial, los Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo pactaron la supresión de los derechos de aduana en sus fronteras comunes, además de fijar tasas comunes para las mercancías provenientes del exterior de la unión.

La situación lingüística de Luxemburgo es curiosa. La lengua materna de la población local es el luxemburgués, una lengua similar al alemán. El francés se usa como idioma administrativo (la legislación es parecida a la francesa). El alemán se usa en la educación, para que comprendan todos; aunque desde la escuela se enseña francés. En la secundaria siempre se enseña inglés y, a veces, también español.

Además de su riqueza histórica y lingüística, Luxemburgo tiene una particularidad: es un paraíso fiscal y tiene una zona franca que alberga objetos de lujo de los súper ricos. Según el Financial Secrecy Index (Índice de Secreto Financiero) de la organización Tax Justice Network, en 2013, los países y jurisdicciones especiales con mayor secretismo y evasión fiscal del mundo fueron Suiza, Luxemburgo, Hong Kong, Islas Caimán, Singapur, Estados Unidos, Líbano, Alemania, Jersey, Japón y Panamá. El Financial Secrecy Index (FSI) mide el secreto mundial financiero, los paraísos fiscales o jurisdicciones secretas, y los flujos financieros ilícitos.

Los miles de páginas de documentos confidenciales (LuxLeaks) permiten conocer que Luxemburgo suscribió convenios fiscales especiales con 340 grandes empresas (Pepsi, Apple, Amazon, Ikea, AIG, Burberry, Procter & Gamble, Heinz, Pimco o bancos como JP Morgan y Deutsche Bank). Aparte revelan que la conocida firma auditora PriceWaterhouseCoopers (PWC) fue la intermediaria para posibilitar estos arreglos mediante el uso de una serie de trucos de contabilidad. Pero lo más sorprendente aún es que PWC continúa asesorando a la Comisión Europea, que ahora preside Juncker, en materia impositiva.

“Nosotros, que vivimos y trabajamos en Luxemburgo, tenemos que ver y aceptar que nuestro país se volvió parte de este sistema ‘offshore’, que nuestro Estado de derecho fue secuestrado por los intereses financieros”, dicen en una emotiva carta pública dos ciudadanos luxemburgueses, Luc Dockendorf y Benoît Majerus. Los LuxLeaks desnudan al capitalismo financiero y sus ramificaciones en su máxima expresión.

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