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La problemática agraria, fundamentalmente estructural y saturada de funestas secuelas económicas, políticas y sociales, no tiene solución sin una reforma agraria integral, apremiante ante absurdos como los que se viven por la concentración de la tierra, despojo por violencia de millones de hectáreas, y tierras baldías adjudicadas a quienes no tienen derecho; todo agravado por la firma del Tratado de Libre Comercio con EE.UU. y la creciente presencia de multinacionales, que imponen el monocultivo, arruinando la agricultura campesina y comprometiendo la soberanía alimentaria.
En este contexto hay que analizar los recientes acuerdos con el Gobierno de la Cumbre y Minga Agraria Nacional, atentos a su precariedad, a sabiendas de que el paro agrario se originó por el incumplimiento de los acuerdos de 2013.
Téngase en cuenta, asimismo, que los campesinos pidieron llegar a un acuerdo con el Gobierno por medio del diálogo, reclamando que se ven afectados por el Tratado de Libre Comercio, entre otras razones, porque no pueden usar sus semillas ancestrales, y se ven obligados a comprar las transgénicas de las multinacionales. Tuvieron que recurrir al paro, haciendo valer su derecho a movilizarse, para que se conozca su situación y necesidades impostergables, pero puestas sus expectativas en la implementación de los acuerdos de la Mesa de Conversaciones en La Habana con los que se busca la paz con justicia social por medio del diálogo.
De hecho, el primer punto acordado fue sobre Política de Desarrollo Agrario Integral; después de largas discusiones con los guerrilleros farianos de origen campesino, se llegó a un acuerdo de 4 pilares; el primero, establece un Fondo de tierras de distribución gratuita para dar a los campesinos sin tierra acceso integral a las tierras con riego, crédito, asistencia técnica, y apoyo para la comercialización, y reactivar las Zonas de Reserva Campesina -ZRC- en zonas baldías.
A principios de este año, sin embargo, se sancionó una controvertida ley que crea Zonas de Interés de Desarrollo Rural Económico y Social -Zidres- destinadas a campesinos pobres sin tierra, pero que la agroindustria puede acumular. Paradójico que entre en vigencia, mientras que se espera la refrendación popular del Acuerdo Final en La Habana.
Ante tan volátil situación, resulta vital lo acordado para levantar el paro: la instalación de una mesa temática de negociación, que debería quedar institucionalizada con carácter permanente, a la que asistan funcionarios de alto nivel para analizar con ellos los problemas agrarios que se vayan suscitando, monitorizar el cumplimiento de acuerdos y dar soluciones, antes de que el campesinado se vea obligado a recurrir al paro, y que las autoridades se apresuren a calificarlo de injustificado, infiltrado por la guerrilla, politizado, sin prever las consecuencias especialmente por las pérdidas de vida, heridos, desaparecidos, además de daños al patrimonio y múltiples casos de violaciones a los derechos humanos.
Es promisorio que el más reciente paro haya tenido finalmente una solución dialogada, aunque silenciada por los medios. Ojalá germine la cultura del diálogo. (O)