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El Telégrafo
Jaime Galarza Zavala

Los tentáculos de la CIA

19 de febrero de 2015

Imaginemos el pulpo más grande que cabe en la mente humana. Un pulpo con mil tentáculos y varios ojos, que escudriñan y miran hacia todas partes, hacia todos los rincones del planeta. Hablamos de la CIA, por supuesto. La Segunda Guerra Mundial catapultó a Estados Unidos hacia el plano de superpotencia sin rival que la igualara, pues la otra superpotencia, la Unión Soviética, surgía con limitaciones y sangrías numerosas: la parte occidental del país había sido arrasada por los nazis, cuya invasión y consiguiente resistencia cobró 30 millones de vidas, una por cada seis habitantes, más una inmensa proporción de mutilados y heridos.

Sobre el territorio norteamericano no cayó una sola bomba ni fue invadido ningún pedazo suyo. El imperio del dólar salió fortalecido de aquella hecatombe, con varios países convertidos en desdichados deudores si no en virtuales colonias. Terminada la guerra en 1945, en 1947 el presidente Harry S. Truman creó ese monstruo, destinándolo al espionaje, el terrorismo, la decapitación de gobiernos y de líderes opuestos al sometimiento imperialista. Todo en la vía de consolidar el gran imperio.

Desde entonces, América Latina habría de ser el campo privilegiado para que el pulpo desplazara sus tentáculos, generalmente ocultando discretamente su cabeza en la respectiva embajada norteamericana, donde funciona la Estación, nombre que la CIA da a la oficina central  que opera en cada país. La primera demostración de poderío en nuestros países se produjo en 1954, cuando la CIA organizó en Honduras un ejército de mercenarios para invadir Guatemala y derrocar al presidente nacionalista, coronel Jacobo Arbenz, iniciándose con ello medio siglo de sangrientas dictaduras, cuyo emblema mayor fueran los escuadrones de la muerte.

Luego vendría en 1961 la fallida invasión de Cuba, donde los mil mercenarios entrenados y armados por la CIA se rindieron a las 48 horas ante las armas de la Revolución Cubana. En las décadas del 60 y 70, una seguidilla de golpes de Estado y magnicidios cubrió de tinieblas nuestra América. En ese contexto, Ecuador vivió una etapa sombría de luchas aparentemente internas, pero que estaban manejadas desde la embajada norteamericana, que ideó y logró el derrocamiento del presidente Carlos Julio Arosemena el 11 de julio de 1963, con centenares de presos y exiliados, universidades cerradas e inicuas concesiones petroleras, como la que se hiciera a favor de Texaco (hoy Chevron).

Todo este período fue registrado y publicado en su célebre diario por Philip Agee, oficial de operaciones de la CIA en Ecuador y otros países latinoamericanos, quien cobró conciencia de los daños causados y se convirtió hasta su muerte, en 2008, en valeroso luchador antiimperialista. Ahora, el Ministerio de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana, dirigido por Ricardo Patiño, ha dado a la estampa una obra titulada La CIA contra América Latina – Caso especial, Ecuador, que integra trabajos de Philip Agee, Jaime Galarza Zavala y Francisco Herrera Aráuz, director de Ecuador Inmediato. La edición viene en dos versiones, español e inglés, y será ofrecida en millares de ejemplares, sobre todo para que la juventud y los revolucionarios refresquen su memoria histórica y fortalezcan la razón para luchar por la Segunda y Definitiva Independencia de Ecuador y América Latina.

Si usted desea contar con este libro, puede acercarse al Ministerio de Relaciones Exteriores y le compartiremos este material muy necesario y de enorme actualidad, e incluso le entregaremos una obra titulada La esclavitud de la América Latina, de José Peralta.

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