La filtración de los denominados ‘Papeles de Panamá’ revela un vieja práctica de las élites del mundo: sacar sus fortunas a paraísos fiscales -paraísos fecales, dice Ramón Aimón-; lo que les permite no pagar impuestos, o pagar menos; tener garantizada su privacidad; no revelar la procedencia de esos dineros y tener cuentas, o fideicomisos o sociedades, ocultos.
La filtración, cuya finalidad aún no está del todo clara -no se revelaron las sociedades de los Estados Unidos- refleja que estas vergonzosas prácticas son parte de una forma de concebir su vida y sus fortunas, sin la más mínima responsabilidad social y, por el contrario, con el más recalcitrante egoísmo e individualismo. La acumulación obsesiva y grosera del dinero ha marcado la desigualdad más aberrante del planeta. Ya lo decía Fander Falconí, “las 85 personas más ricas del mundo incrementan sus fortunas en medio millón de dólares por minuto”.
Estos mecanismos e instrumentos financieros, lo sabemos, son legales. Y a partir de ello la responsabilidad de su uso corresponde a sus titulares. Cierto, pero de los nombres que se han revelado -con claro sesgo ideológico- muchos están vinculados con funciones públicas. Es decir que deben rendir cuentas a sus ciudadanos, de ahí que algunos han debido ya renunciar a esas funciones, porque esas prácticas no son éticas ni legítimas y están reñidas con la función pública. Políticos que se llenan la boca de ‘amor’ por el país y tienen todas sus fortunas ocultas en el exterior.
En el caso de Ecuador, más de 1.800 sociedades estarían en los documentos filtrados y que son más de 2 mil millones de dólares los que estarían depositados en esas cuentas ocultas. Sin embargo, los medios han publicado apenas tres nombres; uno que deberá, en el menor tiempo posible, explicar esos vínculos, más aún si era el representante de Mossack Fonseca en Ecuador y trabajaba para la secretaría de Inteligencia del país; otro que comentó que es de una acción de 1998 y que ya fue explicada en su momento; y un tercero que aún no se ha pronunciado, y que tiene juicios pendientes. Qué bueno sería para el país que se revelen todos -y sin ningún sesgo político- los nombres de las personas propietarias de esas sociedades, más aún ahora que estamos a punto de entrar en la campaña electoral.
No olvidemos que la filtración corresponde a una sola empresa, Mossack Fonseca, que gestiona la conformación de este tipo de sociedades. Ya podemos imaginar, ¿o es tan grande que ni siquiera nos podemos imaginar la cantidad de personas que recurren a estas prácticas y la cantidad de dineros que se acumulan en este tipo de cuentas y sociedades?
No se trata de perseguir a nadie, se trata de transparentar, más aún cuando se cumple -o se pretende cumplir- con funciones públicas. Es ejemplar la forma en que, por ejemplo, reaccionó el conocido chef Gastón Acurio, en Perú: inmediatamente ofreció una explicación a la que denominó ‘Mi respuesta’, en la cual detalla no solo sus cuentas, sino el origen de sus dineros, los mecanismos de inversión y, además, revela todo su patrimonio.
Es cierto, quien nada tiene que esconder nada debe temer. (O)