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El Telégrafo
Oswaldo Ávila Figueroa, ex docente universitario

Los ‘pacifistas’ conspiran y el perdón

04 de octubre de 2014

Según la ‘prensa independiente’, los estudiantes agresivos, violentos que atentaron contra los bienes de otros y la vida de policías encargados de su misión, preservar el orden y la seguridad, ahora son altivos defensores de sus derechos e incluso los convierten en víctimas de la brutalidad policial. Los medios privados se dedicaron a difundir fotografías de madres desesperadas pidiendo perdón y la libertad de sus inocentes niños ‘tirabloques’. Destacan entrevistas a los abogados defensores de los estudiantes detenidos por marchar ‘pacíficamente’ en señal de protesta contra el régimen ‘iracundo’ de la Revolución Ciudadana. Es evidente la manipulación de ese deplorable acontecimiento, manejado malévolamente, por la derecha política, oculta y cobarde. Ignoran a los agentes del orden, hombres y mujeres agredidos por los belicosos estudiantes, lamentablemente, equivocados por la nociva influencia de profesores declarados enemigos del régimen que aún se mantienen en el magisterio.

El papa Francisco en su momento, como un gesto humanitario, pidió al mundo perdón ‘por daños y abusos sexuales causados a niños por sacerdotes católicos’. Argumentaba que la iglesia estaba consciente de ese daño moral. Pero lastimosamente aún se ocultan clérigos extraviados de su apostolado. No rige el perdón para esa clase de infractores que ni siquiera se arrepienten de sus fechorías. En esa línea el Sumo Pontífice, máximo representante de la Iglesia católica, ordenó el arresto del sacerdote polaco Josef Wesolowsk por pederastia y cargos criminales. Dos días después destituyó al obispo Rogelio Ricardo Livieres Plano como responsable de la diócesis de la ciudad Este en Paraguay, acusado de encubrir abusos sexuales cometidos por sacerdotes bajo su supervisión. El Papa ha comprendido que los delitos en su ámbito no deben quedar encerrados en el claustro religioso, sino juzgados a la luz pública para proteger la moral con proyección a mejorar el comportamiento de las nuevas generaciones.

El presidente Rafael Correa, en su momento, decretó perdón a los enjuiciados que lo acusaron de criminal y de encubridor de otros hechos. Un columnista insultador también fue perdonado, pero se corre el riesgo de que ese gesto generoso pueda ser aprovechado por los ingratos para proseguir causando daños a la sociedad. El perdón solo debe funcionar en el caso de que los infractores reconozcan sus desvíos y prometan no repetir acciones que atenten contra bienes ajenos, la vida y el honor de las personas. Los restos de la partidocracia, en su agonía, siempre con el apoyo de la prensa comercial, insisten en su agresión contra el régimen del Buen Vivir. Engañan a un sector de estudiantes, lo confunden con falsas promesas y lo lanzan a las calles, irresponsablemente, a reclamar derechos, supuestamente, conculcados. Es indispensable recordar, que en la nueva Ley de Educación se contemplan sanciones a la deshonestidad académica y politiquería. Hay que obrar con mucha cautela, la impuridad podría ser aprovechada por los vándalos para seguir en sus fechorías.

La estrategia por la restauración conservadora se evidencia por las reyertas violentas y los llamados disimulados de la prensa privada en apoyo a los actos de provocación de la derecha política. Frente a esta situación Correa responde: “Debemos estar muy atentos, unidos, más movilizados y más esperanzados que nunca, a nivel de barrio, calle, de parroquia, cantón. Todos formen el comité de la Revolución Ciudadana a fin de estar listos para cuando sea necesario defenderla”.

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